Guadalupe al rescate en el océano Pacífico

Cuando fue rescatada por los servicios de rescate de la armada chilena, Verónica llevaba ocho horas a la deriva en el océano Pacífico. Sus padres, Ángel y Verónica, aseguran que en el "rescate" participó también Guadalupe Ortiz de Landázuri.

El 18 de mayo de 2019, en el Palacio de Vistalegre, Madrid, España, se descubría el lienzo con el rostro de una nueva beata para la Iglesia Universal: Guadalupe Ortiz de Landázuri, fiel laica del Opus Dei.

En Santiago de Chile, ese mismo día, a las 18:40 horas, Ángel Blanco, médico, recibía el llamado de un amigo de su hija Verónica, quien le contó que desde las 16:00 horas habían perdido su rastro en el mar y la estaban buscando.

Inmediatamente partió en auto hacia Pichidangui, a más de 200 kms. de la capital, con su esposa Verónica y su hijo menor: “Yo pensaba en todo momento -recuerda Ángel- que las noticias no serían alentadoras. Conozco las condiciones del mar y sé que es muy peligroso cuando la corriente te lleva mar adentro, por lo que pedía más que un milagro, aceptar la voluntad de Dios con tranquilidad, resignación, y no perder a mi hija”, señala Ángel.

“Yo, por mi parte, siempre recurro a Dios en todas las cosas y con mucha fe. Ese día había sido la beatificación de Guadalupe y comencé a rezar su estampa”, dice Verónica.

Durante el trayecto en el auto solo se escuchaba el rezo del Rosario a la Virgen dirigido por Verónica, ya que Ángel recuerda que él no podía participar porque estaba preocupado de manejar concentrado y llegar luego al lugar del accidente. Se sentían muy acompañados por los rezos familiares y llamados de apoyo, entre ellos el de Rosana, una amiga de Verónica, quien le dijo que muchas personas de la Obra estaban rezando a Guadalupe para encontrar a su hija con vida.

Ángel Blanco y Verónica Errázuriz, padres de Verónica.

Llegaron al lugar donde estaban realizando la búsqueda y Ángel, que es médico, sentía en su corazón que con las horas que llevaba en el mar era muy difícil que el cuerpo de Verónica resistiera. El panorama era desolador, estaba oscuro y no había nadie en el lugar, porque se encontraban todos afanados en la operación de rescate.

Como el oleaje y el viento estaban poniendo en peligro a los rescatistas, recibieron órdenes del capitán de puerto para que regresaran a la orilla. Ahí les comunicaron que la búsqueda debía continuar al día siguiente.

“En ese momento apareció el ruido del helicóptero Cougar que estuvo sobrevolando durante dos horas y media la zona, utilizando cámaras nocturnas, sin que supiéramos los avances de esa búsqueda”, explica Blanco.

Finalmente, les avisaron que la habían encontrado con vida. Fue, en palabras de Ángel, “un momento extraordinario”.

Cuando la encontraron, le quedaban unos diez minutos de vida

A Verónica y Ángel los llevaron al Hospital Naval en Valparaíso, donde había sido trasladada su hija. “Fue el mejor viaje de la vida”, recuerda Ángel. Al verla, le dieron un fuerte beso mientras a ella la hidrataban y le subían la temperatura, ya que según el protocolo de la Armada le quedaban aproximadamente diez minutos para soportar el frío o fallecería. Verónica es la cuarta de nueve hermanos: “Ahora tenemos otra niña, la décima”, dice su padre entre risas.

Algunas imágenes de la cobertura en la prensa.

A un año del accidente

“A mí no me cupo nunca la duda que Guadalupe la salvaría”, señala Verónica. “Y quisimos hacerlo público a través de todos los medios de comunicación que nos contactaron, para que creyentes y no creyentes supieran que una persona que está junto a Dios intercede si uno tiene fe”, añade.

Por su parte, Ángel recalca que lo primero que hicieron fue dar su testimonio en agradecimiento a Guadalupe: “Creo realmente en su intercesión. Quería mostrar a todas las personas algo concreto, de que hay gente santa y que hay que confiar en ellos, y principalmente en Dios”.

Ambos siguen rezando a Guadalupe porque sienten una gran deuda con ella, le piden especialmente por Verónica, “quien está en sus manos”, dicen sus padres.

Ambos siguen rezando a Guadalupe porque sienten una gran deuda con ella, le piden especialmente por Verónica, “quien está en sus manos”, dicen sus padres

Para los Blanco Errázuriz esta fuerte experiencia ha significado un gran cambio. Cuentan que hoy son más cercanos, unidos y han tomado más conciencia de los riesgos de los deportes que practican, como montañismo, kayak, etc., usando más tecnología en sus actividades y comunicando siempre a dónde van.

Familia Blanco Errázuriz. Verónica está sentada a la izquierda, junto a su madre.

“Hasta antes de ese día conocía poco a Guadalupe, pero después de que salvó a la Vero le rezo todos los días para que cuide a mi familia. Voy a estar agradecido para siempre”, señala uno de sus hijos.

A un año de la Beatificación de Guadalupe, esta familia sabe que no sólo ella les devolvió a Verónica, sino que les ha dado grandes frutos, los que agradecen todos los días.


Para conocer más sobre Guadalupe, vea un vídeo en el siguiente link.