En la basílica dedicada a la patrona de Barcelona tuvo lugar, el viernes día 17 septiembre, el primer acto de Mons. Javier Echevarría en tierras catalanas: la bendición de un relieve que recuerda la veneración de San Josemaría a Nuestra Señora de la Merced. Instalada por iniciativa de la Hermandad de la Mare de Déu de la Mercè, es obra del escultor Joan Mayné, quien tiempo atrás realizó el retablo del santuario mariano de Torreciudad. La ceremonia contó con la presencia de miembros de la Hermandad y fieles que llenaban el templo, y fue presidida por el Arzobispo de Barcelona, Mons. Lluís Martínez Sistach. En la memoria de todos estuvo presente la visita que el fundador del Opus Dei realizó a la Merced en 1946, antes de su primer viaje a Roma, y la profunda devoción con la se que encomendó a la Virgen.
Al acto que tuvo lugar en la Merced con el arzobispo de Barcelona se refirió mons. Javier Echevarría al día siguiente, durante el encuentro que el prelado del Opus Dei mantuvo en el colegio Viaró con numerosos fieles de la Prelatura, personas que participan en las actividades de formación del Opus Dei y amigos. “Ayer tuve la dicha de estar arrodillado delante de la imagen de la Merced. Me uní a la oración de nuestro Padre en 1946 y en otros años en los que vino aquí, pidiendo por vosotros, por la Iglesia, por la Obra”. En un momento de la reunión, mons. Javier Echevaría sugirió “tratar mucho a la Virgen, que la llaméis Madre con mucha confianza, que ella está muy dispuesta a ayudarnos, para sacarnos de aquellos trances en que más o menos tengamos una situación de dificultad”.
En un clima de conversación familiar, a pesar del alto número de asistentes al encuentro, se mezclaron preguntas del público sobre temas como la familia cristiana, la educación de los hijos o la santificación del trabajo. No faltaron tampoco algunas anécdotas y breves testimonios de personas que luchan por vivir las enseñanzas de san Josemaría.
En diversos momentos, el Prelado del Opus Dei pidió oraciones por Juan Pablo II. “Tenemos que rezar siempre por el Papa –afirmó–, sea quien sea. Ahora, concretamente, por este Santo Padre, ya anciano, enfermo y, al mismo tiempo, con esa disposición –la misma que en los comienzos– de cumplir la voluntad de Dios en aquello que le vaya pidiendo. A él, que era una persona de una agilidad extraordinaria, no le importa nada estar enfermo ni tener dificultades para moverse. Ahora está contento por todas estas situaciones en las que le va metiendo el Señor. Ve la mano de Dios y está convencido de que con su enfermedad y con su ancianidad puede ayudar a la Iglesia”.
"No seáis ajenos al dolor de la gente"
Cuando uno de los presentes le preguntó sobre el sentido del dolor, Mons. Javier Echevarría recordó la importancia de abrazar la Cruz con alegría. “San Josemaría decía que se puede sufrir, se puede llorar, se puede tener gran dolor”, señaló, “pero lo que no se puede es estar triste. Porque Cristo no estuvo triste por el dolor, sino por la soledad en que le dejábamos los hombres”. El Prelado añadió que no teníamos que ser “ajenos al dolor de la gente. Puede pasar por vosotros, y también por vuestra casa y por vuestra familia. Es necesario entonces que deis ese cariño a quien no tiene la tranquilidad física y a quien necesita vuestra compañía”.
Durante el encuentro se refirió también a otros temas, como la vida matrimonial y la santificación del trabajo. A los matrimonios el Prelado animó a “vivir con la sensación de que hay que estrenar cada día ese amor con que os entregasteis definitivamente cuando os casasteis. ¡Tened ilusión en miraros, en quereros, en respetaros! Y así viviréis un matrimonio felicísimo”, afirmó. Respecto a la ocupación profesional, recordó a los presentes la necesidad de profundizar en la vocación del hombre, que fue creado por Dios para trabajar. “Hay que quitarse de la cabeza que el trabajo es un castigo: es una manera de dar gloria a Dios”, dijo. “No es un castigo –explicó-, sino el medio pensado por Dios para que el hombre y la mujer vayan madurando y haciéndose cada vez más imagen y semejanza suya”.
El domingo 19, por la mañana, mons. Javier Echevarría plantó un árbol en el jardín de la Escuela Deportiva Brafa, para conmemorar el 50 aniversario de esta iniciativa social, promovida por personas del Opus Dei en el barrio barcelonés de Nou Barris. Por la tarde, participó junto a varios obispos más en la consagración episcopal de Mons. Jaume Pujol Balcells como arzobispo de Tarragona. En esta ocasión afirmó: “Felicito de todo corazón al presbiterio y a los fieles de la archidiócesis primada de Tarragona por su nuevo pastor. Cada obispo, colocado al frente de una Iglesia particular, representa a Jesucristo, que vino a la tierra para servir. Me consta el espíritu de plena disponibilidad con que Mons. Pujol ha aceptado este nombramiento del Santo Padre con la decisión de atender a todos los fieles de Tarragona. Es seguro que Mons. Pujol, que aprendió directamente de San Josemaría Escrivá de Balaguer a servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida, será el padre de todos, con ánimo constante de ponerse siempre a la disposición de su clero y de su pueblo en la verdad y en la caridad. Ha sido para mí una alegría compartir esta jornada de comunión con mis hermanos en el episcopado de España y con tantos sacerdotes y fieles de Cataluña, y rezo para que esta tierra tarraconense, que ha aportado tanto a la Iglesia, continúe dando abundantes frutos de servicio, y para que los aumente”.