Cuando un enfermo crónico o terminal está cuidado, y su sufrimiento controlado, cambia totalmente la perspectiva de la enfermedad. Sin embargo, para eso, a veces es necesaria la ayuda de especialistas en la nueva técnica que está asentándose, cada vez con más fuerza, en nuestra sociedad, aunque en otras, como Inglaterra o Estados Unidos, está ya muy desarrollada: los cuidados paliativos.
En el barrio del Lucero (calle Yébenes, 241 bis) se encuentra, desde hace dos años, la sede provisional de un centro pionero en España en cuidados paliativos. Se trata del Centro de Cuidados Laguna, compuesto por profesionales sanitarios y trabajadores sociales que, junto con unos cuarenta voluntarios procedentes de la ONG Desarrollo y Asistencia, se encargan de atender a ancianos y a enfermos terminales a domicilio.
Promovida por la Fundación Vianorte, creada en 1977 con un objetivo benéfico asistencial, esta iniciativa surgió con motivo del centenario del nacimiento de san Josemaría, fundador del Opus Dei. A partir de enero de 2005, se irá desarrollando por otros distritos de Madrid.
Para los profesionales contratados, el ritmo de trabajo, en un día normal, transcurre entre las 8:30 de la mañana y las 15:30. La cantidad de enfermos tratados varía de semana en semana, habiendo temporadas más altas, como la Navidad, pues muchos familiares se llevan a casa a sus mayores, que pueden necesitar cuidados especiales. Raquel Puerta, médico y coordinadora, y Encarna Pérez, enfermera, explican a Alfa y Omega que están organizados en dos equipos, constituidos cada uno por un médico, una enfermera, una trabajadora social y un auxiliar de clínica, y que tienen una reunión diaria para repasar la situación de los pacientes y programar las visitas del día.
Cuando llega un caso nuevo, lo primero que se hace es una valoración domiciliaria del enfermo y su familia, que comprende un análisis de su realidad tanto sanitaria como social, porque este centro no se ocupa sólo del campo sanitario, sino que busca una atención integral del enfermo, uniendo a los cuidados paliativos la situación personal de la familia en general. Una vez estudiadas las características de la familia y del enfermo, se elabora un plan individualizado.
Formación diaria
Además, Laguna pone especial interés en la formación, tanto para los voluntarios, como para los profesionales que trabajen en el sector de los cuidados paliativos, y para los familiares que viven y cuidan a enfermos. Los profesionales del Centro cuentan con formación prácticamente a diario, pues acuden constantemente a Jornadas, congresos, e incluso tienen estancias en el extranjero, como Londres o Estados Unidos, donde los cuidados paliativos están mucho más desarrollados que en España.
El nuevo edificio, que estará situado en la calle Francisco Jiménez Martín s/n, contará con un centro de día psicogeriátrico, y otro para enfermos terminales; tendrá una Unidad en la que habrá seis camas, que llaman de respiro, para enfermos que, aun viviendo con sus familias, son ingresados para que, durante un tiempo, la familia pueda descansar; y una Unidad de ingreso con 22 camas. Los promotores, que llevan adelante el proyecto gracias a la ayuda y donativos de mucha gente que presta su colaboración desinteresada, esperan que esta sede esté operativa en el año 2006.
Como se puede comprobar, la especialidad de cuidados paliativos es todo un mundo que en España apenas acaba de comenzar. «Hay mucho por investigar –afirma la doctora Puerta–; hoy en día las enfermedades se alargan más porque hay más medios; no es como antes, que una infección se llevaba por delante a una persona de forma fulminante. Pero también es cierto que ese dolor y el sufrimiento dura más tiempo. Sin embargo, hoy se puede hacer mucho para paliar el dolor, que es a lo que la gente tiene más miedo. Siempre hay maneras de mitigarlo. Y nosotros hemos comprobado que, cuando a un enfermo se le ayuda, cambia totalmente su perspectiva de la vida y de su sufrimiento».
Desde Laguna se afirma que, muchas veces, el enfermo se encuentra totalmente solo, porque la familia no quiere mencionar frente a él la realidad de su enfermedad terminal, y los especialistas en cuidados paliativos tienen muy claro que es necesario que tanto el enfermo como su familia se enfrenten a la muerte, que puedan prepararse y compartirlo, para que nadie se pueda sentir solo ante ese paso tan difícil de la vida que es aceptar la propia muerte.
La experiencia de los trabajadores y voluntarios con enfermos terminales es que, cuando un enfermo recibe ayuda, se siente cuidado, protegido, puede hablar de lo que le sucede y el dolor está controlado, cambia totalmente la perspectiva de su enfermedad. Se comprende bien cuando se escucha a este anciano, ayudado por el Centro de Cuidados, decir: «Cuando estaba enfermo y no me ayudaba nadie, sólo le pedía a Dios que me llevara con Él. Ahora que estoy cuidado con vosotros, le he dicho al Señor que se espere un poco».