Las prelaturas personales pueden fundarse en circunstancias muy diversas, generalmente ligadas a vínculos sociales entre sus fieles.
Sin embargo, es posible que se requiera porque la misma realidad eclesial suponga una vocación específica, como sucede en el caso del Opus Dei. La Iglesia reconoce y favorece algo que proviene del Espíritu Santo, sin lo cual toda la prelatura del Opus Dei dejaría de existir.