Abiyán, con más de tres millones de habitantes, es la ciudad más grande de Costa de Marfil. Aunque la guerra civil quedó atrás, aún muchas personas están emigrando a la capital, huyendo de las zonas donde la violencia continúa, y asentándose en las barriadas periféricas de la ciudad, donde las condiciones de vida son muy precarias.
El proyecto Etimoé-Makoré consiste en la puesta en marcha de un colegio en uno de estos barrios, con el objetivo de reducir el analfabetismo y proporcionar educación a niños de todas las clases sociales, etnias y religiones.
Cyril y Alvine son un matrimonio que pertenece al grupo que está promoviendo ambos colegios. De sus cuatro hijos, tres -Yoel-Axel, Charles Emmanuel y Pierre-Ilan- estudian en Makoré, mientras que la más pequeña -Grace Marie- acude a Etimoé.
El proyecto Etimoé-Makoré consiste en la puesta en marcha de un colegio en una barriada periférica, con el objetivo de reducir el analfabetismo y proporcionar educación a niños de todas las clases sociales, etnias y religiones
Cyril, ¿cuáles son los objetivos de esta escuela?
Todo empezó por un grupo de familias que queríamos asegurar una buena educación para nuestros hijos. Así que decidimos poner en marcha una escuela. Un colegio donde todo ayudase a la formación, no sólo las horas de clase. Un lugar donde vieran en práctica los mismos valores que compartimos en casa. Un colegio donde padres y profesores formaran un único equipo.
Alvine, ¿cómo ha evolucionado el proyecto?
Inicialmente, el número de estudiantes era muy pequeño. Poco a poco, otras familias han visto la progresión de los alumnos y el prestigio se ha difundido. Muchos aprecian, por ejemplo, los encuentros frecuentes entre padres y profesores.
Virtudes que enseñamos: limpieza en pequeñas cosas, preocuparse por los demás, comportamiento amable...
Cyril, ¿qué aspectos del proyecto querrías resaltar?
El seguimiento de cada estudiante, que charla con un profesor cada cierto tiempo. También, cada familia se pone de acuerdo con el profesor para poner unos objetivos a cada chico o chica. La formación católica, que hemos encargado a sacerdotes del Opus Dei, es igualmente importante.
¿Y tú, Alvine?
Todos los padres deben hablar con alguno de los directivos de colegio antes de inscribir a sus hijos. Me ha sorprendido que siempre aprecian la orientación cristiana de la escuela, incluso los no católicos. La clase de religión y la misa semanal, aunque no son obligatorias, resultan muy apreciadas.
¿Qué virtudes se enseñan?
Las que procuramos transmitir en casa: limpieza en pequeñas cosas, preocuparse por los demás, comportamiento amable... Depende mucho de la edad.
¿Y para los padres y madres?
También para nosotros existen actividades de carácter formativo y espiritual, como ejercicios espirituales mensuales que duran unas horas. Gracias a la ayuda de muchas familias, hemos podido construir la capilla del colegio.
¿Qué retos tenéis?
El crecimiento del colegio: cada año se añade una clase más, por lo que necesitamos más infraestructura y personal. Pero lo importante es no abandonar nunca el secreto que hará que este proyecto funcione: que padres, profesores y alumnos trabajemos unidos siempre.