El departamento de Córdoba, al norte de Colombia, es una tierra por excelencia agrícola y ganadera. Es una región dotada con una maravillosa vegetación, agua en abundancia, decenas de ríos, quebradas y arroyos la cruzan por doquier. En ciertos meses del año, el extenso valle queda cubierto de “oro blanco”, como suele llamarse a los cultivos de algodón.
Es un departamento de gente feliz. Son muy rápidos para componer sus porros, degustan los famosos quipes –herencia de las colonias árabes y libanesas-. Cuna de intelectuales, escritores y compositores, pero, sobre todo, de gente emprendedora y muy positiva.
Son tradicionales las celebraciones del 20 de enero -en honor del Dulce Nombre de Jesús-. En febrero son muy concurridas las celebraciones de la fiesta de la Virgen de La Candelaria en Cereté y en julio, las procesiones de la Virgen del Carmen son seguidas por decenas de conductores de automóviles, camiones y motocicletas.

De esta región, en distintas épocas, seis mujeres salieron a buscar nuevas rutas por el mundo. Lograron sus objetivos, pero un día retornaron a la sabana de sus amores para continuar sus vidas. Volvieron con un vínculo en común, la vocación como supernumerarias del Opus Dei.
Pero no todas son de Montería, la capital del departamento: una es de Cereté, otra en Sahagún y las demás, de otros municipios “vecinos”. Por esa razón, algunas no se conocían.
Un día, les propusieron desde Cartagena, que es la ciudad más cercana con centro de la Obra, que realizaran un encuentro en Montería. Se conocieron y además planearon diversas actividades para iniciar la labor del Opus Dei en esa región. Se propusieron organizar medios de formación espiritual, en virtudes y esparcimiento, reuniones familiares y planes de ayuda social.

Aunque la ubicación era próxima, las distancias entre cada uno de los municipios son grandes. De Cartagena hasta Montería, por ejemplo, son cinco horas en vehículo. Sabiendo que ya eran varias supernumerarias, el foco de ignición de la labor ya estaba garantizado, además de la formación espiritual para ellas mismas. Lo que quedaba era ponerse en marcha.
El 2 de septiembre de 2023, tuvieron el primer encuentro en Montería. Amira, Marina, Gloria, Lucy, Socorro, Angélica y Fanny cumplieron la cita. Llegaron cansadas pero el recibimiento se hizo en la casa de los suegros de Amira y fue, en realidad, una gran reunión de familia.
Los anfitriones las recibieron con un vino frío de corozo acompañado de buñuelitos de maíz biche. Después de las respectivas presentaciones, determinaron que el primer círculo (charla de formación ascética) se llevaría a cabo el 16 de septiembre en la casa de Gloria y asignaron la dirección de ese medio de formación a Marina. Desde Cartagena les llegó también el guion y los temarios sugeridos para desarrollar.

En un principio, estimaron que sería bueno tener un círculo cada quince días, pero luego vieron la necesidad de que fuera cada ocho días e integrar a nuevas participantes, de los grupos de amigas que ellas tienen en cada municipio.
Pero había que avanzar: “¿cuándo podemos tener un curso de retiro espiritual?”, se preguntaron y entonces contactaron a monseñor Ariel Lascarro Tapia, obispo de Magangué, quien aceptó la invitación, a pesar de estar a cinco horas de Montería y entonces, procurando hacerle más corto el viaje, trasladaron el sitio del encuentro a Cereté.
EL Padre Miguel Muñoz, párroco de San Antonio de Padua, las recibió gustoso por mediación de Lucy, y además anunció en las Misas que celebraba en su parroquia que pronto habría un retiro espiritual, dirigido por el obispo de Magangué.

En los salones de la parroquia se impartieron las charlas y se llevó a cabo ese primer retiro espiritual promovido por personas del Opus Dei en esta región sabanera.
Decenas de personas asistieron y aprovecharon la oportunidad para recibir el sacramento de la Confesión o reconciliación.
Monseñor Lascarro explicó en sus meditaciones qué era el Opus Dei, citó algunos escritos de San Josemaría Escrivá de Balaguer y explicó que era muy importante amar al Papa y seguir las enseñanzas del Evangelio y de la Iglesia.

A pesar de este logro, no todas las veces les ha sido fácil conseguir sacerdote para la realización del retiro. Un nuevo plan surgió entonces: tendrían Misa en una parroquia y luego se reunirían en una capilla. Una de ellas habló con la rectora de una universidad de la región, quien generosamente las autorizó.
Las charlas, las lecturas y las meditaciones las encontraron en la página web del Opus Dei de Colombia. Además, aprovecharon las preguntas del examen de conciencia personal que se han publicado ahí. Fue una gran ayuda para complementar el retiro, el cual ya aumentó en concurrencia con amigas, profesoras, familiares y hasta personas curiosas.
Un día de retiro, al verlas tan concentradas en un rato de oración con un audio, una estudiante de Medicina, intrigada, les preguntó sobre lo que estaban haciendo.

--“Estamos en un retiro espiritual del Opus Dei”, le comentó una asistente.
--¡Qué bueno! ¿Me puedo quedar?
--Desde luego que sí.
Bety, otra de las asistentes que vino desde Sahagún, comento: “sentí una paz muy grande al oír la charla del retiro”.

En otra oportunidad, una familia joven, cercana a la formación que imparte el Opus Dei, le propusieron a un amigo sacerdote (el Padre Aníbal Valencia) que, en el trayecto de Cartagena a Medellín, hiciera una parada en Montería.
Aprovechando esta oportunidad, con la ayuda de Tatiana, también cooperadora, las de Montería organizaron una charla en el salón social de una unidad residencial. La idea era sencilla: compartir las experiencias sobre la Obra y darla a conocer a más personas. Era junio, mes de San Josemaría, y el padre Aníbal que es del Opus Dei, habló con entusiasmo sobre su recorrido, su testimonio y el impacto de la Obra en su vida.
La convocatoria reunió a un grupo diverso de todas las edades. Lo que empezó como una charla se convirtió en un espacio de diálogo profundo. Las preguntas fluían, el interés crecía y la alegría era palpable en el ambiente. Pero lo más especial fue que, al finalizar, muchos quisieron acercarse al sacramento de la Reconciliación, al punto de que las confesiones se extendieron hasta las 7 de la noche.
Actualmente Tulia realiza cursos básicos con algunas de las asistentes a las actividades que se han realizado. La tarea en Montería y en el valle del oro blanco avanza. Ellas van como el sembrador: regando a manos llenas las semillas del apostolado, de dar ejemplo a la luz del Evangelio y de mostrar las enseñanzas del fundador del Opus Dei.