Con estas palabras en la Celebración que presidio en la Iglesia Cristo Rey en Bogotá, el Vicario del Opus Dei para Colombia y Ecuador, recordaba la fecha del 26 de junio de 1974.

“Hoy se cumplen 50 años de la marcha al Cielo de San Josemaría. Y en marzo pasado hemos celebrado los 100 años de su ordenación sacerdotal. Ahora nos preparamos para el centenario de la Obra, que empezaremos a celebrar en 2028. En San Josemaría, su misión de padre y pastor se mezclan con la de fundador y promotor de un mensaje inspirado por el Espíritu Santo. Todo su sacerdocio tenía el doble sello de buscar su propia santidad en el ejercicio de su ministerio, y al mismo tiempo despertar en miles de almas la conciencia de ser llamados a ser santos y a ser apóstoles.

Así sucede en la vida de Jesucristo, que es nuestro único modelo. Como dice San Josemaría: No cabe disociar la vida interior y el apostolado, como no es posible separar en Cristo su ser de Dios-Hombre y su función de Redentor (Es Cristo que pasa, n. 122). Esto es aplicable a todos los bautizados: no es posible diferenciar la elección maravillosa que ha hecho Dios de nosotros al llamarnos a ser sus hijos, de la misión de ser sembradores de paz y de alegría, de propagar el mensaje de Jesucristo, de ir por todo el mundo y predicar el Evangelio (cfr. Mc 16, 15).


En la preparación para el centenario de la Obra, nos preguntamos qué conviene hacer. ¿Haremos grandes celebraciones? ¿Promoveremos nuevas iniciativas de tipo educativo, o asistencial, o de promoción social? La gran preparación para el centenario es que cada persona de la Obra y que cada uno de los que participan en sus apostolados, descubran que su vocación y su misión son dos realidades inseparables: que Dios nos llama a santificarnos y a despertar en otros el deseo de ser santos.”


San Josemaría Escrivá de Balaguer quiso conocer a Colombia y planeó su visita en 1974. Ya el Opus Dei llevaba 23 años en el país, desde el 13 de octubre de 1951 con el arribo del sacerdote Teodoro Ruiz Josué.


El 22 de mayo de 1974 san Josemaría aterrizó en São Paulo, Brasil y comenzó así, un viaje por Suramérica que ese año se extendió hacia Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, país al que volvió en 1975 además de estar en Guatemala.


En realidad, la visita a nuestro país duró tan sólo unos minutos. La fecha programada para comenzar su estancia fue el jueves 15 de agosto de 1974, luego de su predicación por Ecuador, pero por motivos de salud, sólo pudo estar un rato en el aeropuerto Eldorado mientras el avión hacía escala para seguir hacia Caracas.

Pero bastaron esos minutos para sentir el amor de Colombia. Unos cuántos hijos suyos pudieron subir al avión para saludarlo y le llevaron un mensaje de miles de personas por su bienestar y el deseo de tenerlo en otra oportunidad.


En ese momento el Opus Dei ya adelantaba labores apostólicas en Bogotá, Medellín, Manizales, Cali y Cartagena, y se hacían visitas a otras ciudades.


El cariño por las enseñanzas de San Josemaría fue desde el primer momento. Decenas de personas comenzaron a recibir los medios de formación y llegaron las primeras vocaciones.


Un círculo acá, un retiro allá, una convivencia más allá, una tertulia de amigos y poco a poco el mensaje de la santificación por medio del trabajo. “En el Opus Dei buscamos la santidad a través del trabajo: santificando el trabajo, santificándonos con el trabajo, santificando a los demás a través de nuestro trabajo profesional. ¿En qué sitios? ¿Dónde están los intelectuales?, donde están los intelectuales.


En todos los sitios donde una persona honrada puede vivir, ahí tenemos nosotros aire para respirar; ahí debemos de estar con nuestra alegría, con nuestra paz interior con nuestro afán de llevar las almas a Cristo”, explicación del carisma hecha por San Josemaría.


Gracias a las iniciativas personales y de padres de familias con la ayuda de Dios, la intercesión de María Santísima, el trabajo de cientos de personas y la permanente oración, el Opus Dei ha llevado el mensaje del Evangelio a distintas regiones del país.

El 26 de junio de 1975, en su oficina en Roma, frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe, falleció san Josemaría. Desde ese mismo instante miles de personas de todo el mundo comenzaron a pedir su intercesión y su devoción se hizo universal.

Al año siguiente se oficiaron las primeras misas agradeciendo a San Josemaría su trabajo apostólico.


Hoy, luego de 50 años del fallecimiento de san Josemaría en Roma, el Opus Dei está presente con labores apostólicas y personas pertenecientes a la institución, en más de 30 poblaciones del país. El listado de las celebraciones eucarísticas para celebrar este aniversario por la vida y obra del Fundador del Opus Dei ha crecido exponencialmente, entre ellas están: Pitalito en el Huila, Neiva, Garzón, Ibagué, Cali, Pereira, Manizales, Armenia, Sabaneta, Medellín, La Ceja, Bogotá, Chía, Soacha, Santa Marta, Valledupar, Montería, Bosconia, Fundación, Pibijay, Cartagena y muchas otras más.

Después de estas cinco décadas de su marcha al cielo y de no haber podido estar en Colombia, como era su deseo, San Josemaría está presente en muchos lugares de nuestro país, miles de personas solicitan la estampa para la devoción para orar por sus intenciones y de otra parte, colegios, universidades, capillas, oratorios, iglesias y hasta un canal de televisión conservan reliquias del santo. También en las diócesis de Bogotá y Medellín, se han erigido dos parroquias dedicadas a San Josemaría.

En este 2025 aumentó el número de celebraciones litúrgicas que de manera oficial realizó el Opus Dei, pero también muchas personas les pidieron a sus parroquias que en este día se oficie la misa de San Josemaría.

Manifestaciones de cariño, devoción y agradecimiento se vieron en este año durante y luego de las celebraciones litúrgicas en multitud de ciudades.

Era también la prolongación del sábado 21 de enero de 1933, cuando San Josemaría tuvo una reunión con tres personas, que recibieron en Madrid el primer círculo, un medio de formación. Días después escribió:
Al terminar la clase, fui a la capilla con aquellos muchachos, tomé al Señor sacramentado en la custodia, lo alcé, bendije a aquellos tres..., y yo veía trescientos, trescientos mil, treinta millones, tres mil millones..., blancos, negros, amarillos, de todos los colores, de todas las combinaciones que el amor humano puede hacer. Y me he quedado corto, porque es una realidad a la vuelta de casi medio siglo. Me he quedado corto, porque el Señor ha sido mucho más generoso (1) Andrés Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, p. 482.