¿Quién puede ser sacerdote?

Preguntas que se resuelven en este artículo de la serie “Preguntas sobre la fe”.

El sacramento del Orden en la Iglesia

Los fieles cristianos, incorporados a Cristo por el Bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y, hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo.

Por su regeneración en Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción, en virtud de la cual todos, según su propia condición y oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo.

LAS DIFERENCIAS QUE EL SEÑOR QUISO PONER ENTRE LOS MIEMBROS DE SU CUERPO (JERARQUÍA Y LAICOS) SIRVEN A SU UNIDAD Y A SU MISIÓN

Las diferencias que el Señor quiso poner entre los miembros de su Cuerpo (jerarquía y laicos) sirven a su unidad y a su misión. Porque "hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misión. A los apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo la función de enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad. Pero también los laicos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misión de todo el Pueblo de Dios.

Nadie, ningún individuo ni ninguna comunidad, puede anunciarse a sí mismo el Evangelio. "La fe viene de la predicación". Nadie se puede dar a sí mismo el mandato ni la misión de anunciar el Evangelio. El enviado del Señor habla y obra no con autoridad propia, sino en virtud de la autoridad de Cristo; no como miembro de la comunidad, sino hablando a ella en nombre de Cristo. Nadie puede conferirse a sí mismo la gracia, ella debe ser dada y ofrecida. Eso supone ministros de la gracia, autorizados y habilitados por parte de Cristo. Este ministerio, en el cual los enviados de Cristo hacen y dan, por don de Dios, lo que ellos, por sí mismos, no pueden hacer ni dar, la tradición de la Iglesia lo llama "sacramento". El ministerio de la Iglesia se confiere por medio de un sacramento específico, que es el sacramento del Orden y que comprende tres grados: episcopado, presbiterado y diaconado.

EL SACRAMENTO DEL ORDEN COMPRENDE TRES GRADOS: EPISCOPADO, PRESBITERADO Y DIACONADO

De Cristo, los obispos y los presbíteros reciben la misión y la facultad (el "poder sagrado") de actuar in persona Christi Capitis, y los diáconos, las fuerzas para servir al pueblo de Dios en la "diaconía" (servicio) de la liturgia, de la palabra y de la caridad, en comunión con el obispo y su presbiterio.

Es decir, los ministros que poseen la sagrada potestad (que han recibido el sacramento del Orden) están al servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros del Pueblo de Dios [...] lleguen a la salvación».

Catecismo de la Iglesia Católica, n. 871-875; 1536

Meditar con san Josemaría

Pensando en los sacerdotes del mundo entero, ayúdame a rezar por la fecundidad de sus apostolados.

—Sacerdote, hermano mío, habla siempre de Dios, que, si eres suyo, no habrá monotonía en tus coloquios. Forja, 965

El sacerdote no es un psicólogo, ni un sociólogo, ni un antropólogo: es otro Cristo, Cristo mismo, para atender a las almas de sus hermanos. Es Cristo que pasa, 79

En una palabra: se pide al sacerdote que aprenda a no estorbar la presencia de Cristo en él, especialmente en aquellos momentos en los que realiza el Sacrificio del Cuerpo y de la Sangre y cuando, en nombre de Dios, en la Confesión sacramental auricular y secreta, perdona los pecados. La administración de estos dos Sacramentos es tan capital en la misión del sacerdote, que todo lo demás debe girar alrededor. Amar a la Iglesia, 43