¿Cuántas personas saludó Monseñor Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, en su visita a Colombia entre el 12 y el 16 de agosto del 2024? Difícil de calcular, pero todas aquellos que acudieron a verle recibieron sus palabras, sus respuestas a decenas de preguntas y sus permanentes bendiciones.

Quiso aprovechar cada instante, desde su arribo a los aeropuertos, para recibir a fieles y amigos de la Obra en el país. Desde la niña que le entregó un ramo de flores, a los empleados de los colegios, centros del Opus Dei y de la Universidad de La Sabana.

De pronto fueron unos segundos, pero dejaron una huella que poco a poco la historia de cada persona lo recordará de alguna manera.

Durante julio y agosto, Mons. Fernando Ocáriz viajó a Chile, Perú, Ecuador y Colombia, su deseo era el de ir también a Venezuela, para recordar el 50 aniversario del viaje que realizó san Josemaría a varios países del continente.

En esta oportunidad los encuentros estuvieron localizados en Bogotá y Medellín y por lo tanto decenas de personas de Cali, Manizales, Cartagena, Barranquilla, Ibagué, Villavicencio, Barrancabermeja, Fundación, Santa Marta, Chía, Neiva, La Ceja y de municipios alejados de estas ciudades como Pivijay acudieron para tener la oportunidad de conocer, escuchar y recibir sus bendiciones.

En las diferentes reuniones habló de Dios, de la fidelidad al Papa, al servicio a la Iglesia, a la fidelidad en la Obra, al amor a la familia, la amistad y sobre todo de santidad.

En una entrevista para la Revista Semana, lo explicó: “La vocación específica de los miembros del Opus Dei –que en su inmensa mayoría son laicos, sólo dos por ciento son sacerdotes– llama a un encuentro personal con Cristo en la familia, en el trabajo, en las relaciones sociales, sabiendo que la búsqueda de la santidad no es algo para supermujeres ni superhombres, sino para gente de carne y hueso, con aciertos y errores. La “santidad en medio de la calle” que predicaba san Josemaría impulsa a buscar soluciones dignas a los problemas de cada contexto y de cada tiempo”.

En la Universidad de La Sabana, donde acudieron unas cinco mil personas, también se escucharon algunos de los ritmos autóctonos del país, situación que le llenó de alegría y al final les pidió a los jóvenes que interpretaran otra canción. Quería verles más alegres.

Lo mismo sucedió en el Gimnasio de los Cerros cuando interpretaron el vallenato “Esta vida”. Oyó emocionado las frases de “Me gusta el olor que tiene la mañana/ Me gusta el primer traguito de café/ Sentir como el sol se asoma en mi ventana/ Y me llena la mirada de un hermoso amanecer”.

Padres de familia, profesionales, amas de casa, jóvenes, universitarios, campesinos, sacerdotes, empleados y migrantes le hicieron diversas preguntas:
--Padre, ¿cómo podemos ayudar ahora que soy pensionado?
--“No nos jubilamos nunca, sólo cambiamos de trabajo, siempre hay mucho que hacer en el mundo, con la familia, con los amigos, en diferentes ambientes es posible seguir trabajando de otro modo”, contestó.

--¿Cómo puedo ser amigo de mis hijos?
-- “Los medios sobrenaturales son necesarios, pero es importante vivir la amistad entre padres e hijos que cada vez adquiere formas distintas, en todo caso que lo que digamos sea con mucho cariño”, señaló monseñor Ocáriz.

Pero también escuchó cómo desarrollan el apostolado jóvenes que van a las oficinas, al campo y a las montañas.

Ante las diversas preguntas sobre situaciones como enfermedades o desempleo, el Padre ofreció sus oraciones al tiempo que decía: “mucho ánimo, mucho ánimo”.

Su mensaje también fue claro para los jóvenes: “Ustedes –les dijo el Padre, participan unos más, otros menos, en las diversas actividades que adelanta la Obra en Colombia. Lo importante es recordar la vida cristiana, el Evangelio, que todo va encaminado a algo muy personal, a conocer y amar a Jesucristo. Así se debe enfocar la vida cristiana, a cumplir los mandamientos de la ley de Dios, a ir a misa los domingos, a conocer y tratar a Jesucristo, así como lo enseñó san Josemaría debemos enfocar nuestra vida en relación a Dios, visible en Jesucristo”, les dijo en el Gimnasio de Los Cerros.

En Medellín, el Padre, luego de su conversación y su presencia ante unas tres mil personas les pidió que cantaran otra canción y el coro del colegio Alcázares entonó “Esa”, un vallenato de José Vásquez y con las estrofas de “Cuál es la que llora/ cuando ve que estoy sufriendo/ cuál es la que calla/ cuando no hay para comer,/ esa, la que está en la casa/ por nuestro hijo viendo/ la de temple de señora y talla de mujer”, terminó la tertulia.

Finalizados los encuentros de familia generales, Monseñor Fernando Ocáriz aprovechó para pasar unos días en Guaycoral, una casa de retiros del Opus Dei en La Ceja, Antioquia, desde donde recibió a muchas más personas que le quisieron saludar y conversar con él. Así terminó un nuevo viaje de familia del Padre a sus hijos y amigos de Colombia y varios países de América.