Favores de la Causa

Ofrecemos algunos favores concedidos por la intercesión del matrimonio Alvira

El 30 de enero nació mi última hija, Blanca. El domingo 6 de febrero, la niña se constipó y el lunes oí que daba un fuerte grito. Acudí enseguida sin apreciar nada extraño. La llevé a la pediatra porque no respiraba bien. Le aplicaron aerosoles y suero fisiológico pero la niña seguía inquieta. Tenía una flema que no expulsaba y empecé a sospechar que pudiera tener algo en la garganta. Respiraba cada vez peor y fue ingresada en la UCI. Regresé a casa y, al llegar, vi la estampa y pensé “voy a ponerlos a trabajar” y encomendarles a mi hija.

Fue sometida a una broncoscopia. En el Hospital me dijeron que el médico quería hablar conmigo. Me mostró una chincheta negra de plástico que la niña había vomitado. Al verla, reconocí que era de una caja de cartón que tienen mis hijas. Me dijo que parecía imposible que una niña tan pequeña hubiera podido vivir ocho días con esa pieza, y no se explicaban cómo no había muerto. Me pidieron permiso para utilizar este caso en las clases. Después de enseñar a unos familiares la chincheta, la extravié. Aunque estaba convencida de que se debía a la intercesión de Tomás y Paquita, les pedí que, si habían sido ellos, encontrará la chincheta. Y así fue.

M.J.S.M.    Madrid

Vivo y trabajo en España desde hace dos años y con frecuencia llamo por teléfono a Bolivia para hablar con mi madre. Me contaba que estaba preocupada por el matrimonio de dos de mis hermanos. La mujer de mi hermano mayor arrastraba una deuda a la que no podía hacer frente, y él no quería avalarle ni ayudarle. Por este motivo tenían frecuentes desavenencias, y un día ella le abandonó, marchándose de casa sin dejar ninguna seña. Tienen tres hijos.

Otro de los hermanos, Rubén, también se separó en esos mismos días. Me quedé muy preocupada, pensando que desde lejos no podía hacer nada. En ocasiones, viviendo en Bolivia, había hablado con ellos y les hacía pensar, pero ahora no podía hacer nada. Pensé en Paquita y Tomás, y me puse a rezarles con fe y a diario. Pasó alrededor de una semana y volví a hablar con mi madre, quien no daba crédito a lo que había pasado. De manera inesperada, se habían vuelto a unir los dos matrimonios.

Mi hermano mayor fue a buscar a su mujer hasta que la encontró en una población de la selva. Es maestra y allí tuvo un trabajo. Consiguió que regresara y viven de nuevo juntos. Ha pasado un tiempo y él le ha ayudado a pagar la deuda y están más unidos que nunca. Cuando hablé con mi hermano me dijo que su cambio fue inexplicable. Ante el ejemplo de este matrimonio, la esposa de mi otro hermano fue a por él y le admitió de nuevo en casa. Está desde entonces dedicando tiempo a la familia, ha vuelto a acudir a Misa los domingos y se siente también muy feliz. Estoy convencida de que debo estos favores a Paquita y Tomás.

A.C.S.

Somos una familia numerosa. Dos de mis hermanos tenían dificultades para casarse. La zona donde viven sufrió mucha depresión económica y tenían dificultades de trabajo. Además, iban cumpliendo años y estaban desanimados. Empecé a rezar a los Alvira para que sucediera lo que les conviniera y se casaran los incasables.

El año pasado se casó el mayor. Pasaba de los cuarenta y su novia también, y encontraron trabajo fijo. Han comprado una casa y ya tienen una niña preciosa, con la que están emocionados. Ha sido un favor completo.

Este año se ha casado el segundo, que casi llega a los cuarenta. Era funcionario y llevaba años intentando sacar la plaza fija. Un cambio de ley le dejó en la calle y se desanimó mucho. Les han vuelto a admitir. La novia también ha mejorado su situación profesional. Y se han casado.

P.G‑Ll. Pamplona

Llevaba tres años de noviazgo y estaba a punto de casarme cuando surgieron dificultades. Decidimos entonces dejarlo porque él no aceptaba el proyecto de vida al que me sentía llamada. Todo esto coincidió con una temporada muy dura porque yo trabajaba y a la vez preparaba oposiciones, de las que me examinaría en breve. Recé a diario la estampa al matrimonio Alvira pidiéndoles que me buscara “uno como Tomás”.

Por motivos burocráticos no pude presentarme en el segundo ejercicio de la oposición. ¡Otra contrariedad que me dejó muy hundida! Decidí irme una temporada con mi familia. Empecé a ir a Misa cerca de mi casa y allí me fijé en un chico que era amigo de mi hermano; nos presentaron y ya estamos saliendo.

Un día me dijo que él, en su relación anterior, rezaba a Paquita y Tomás, y vio que ese noviazgo no llevaba a ningún sitio. Desde entonces rezamos la estampa juntos y hacemos una petición común: “que nos ayudéis a querernos como vosotros y a cumplir la voluntad de Dios”. ¡GRACIAS!

L.L.G.   Córdoba