En el Centro Cultural las Palmas en Bucaramanga organizamos del 28 de junio al 7 de Julio un plan “guerrero”, como se dice actualmente, a “Ciudad Perdida”, en la Sierra Nevada de Santa Marta. Una caminata exigente, en la que el contacto con la naturaleza, con las antiguas culturas que construyeron aquel sitio y la convivencia de las 16 personas que asistimos, nos ayudó a todos a crecer humana y espiritualmente. La mayoría de los asistentes son alumnos del Gimnasio Saucará y dos de ellos fueron acompañados por sus papás, que no quisieron perderse esta aventura.
Para todos fue una formativa experiencia llevar un plan de vida espiritual integrado a las demás actividades. La Santa Misa, la meditación y el Rosario tenían su sitio en el horario. Los largos recorridos dieron pie a charlas profundas con los participantes y, en los albergues, además del necesario descanso y actividades recreativas, se pudieron tener tertulias muy enriquecedoras. En ese ambiente, donde nos cruzamos con personas de muchos sitios del mundo que vienen a Colombia para hacer el recorrido a Ciudad Perdida, la alegría de nuestro grupo, con una piedad vivida con naturalidad, el espíritu de colaboración y la delicadeza en el trato, necesariamente los impactó. Por otra parte, sin programarlo inicialmente, nos facilitaron un curso de inmersión en inglés y nos enseñaron a valorar las riquezas naturales y culturales de nuestro país.
Además de la formación en acción para los participantes -pues todo el recorrido es una escuela de virtudes humanas donde hay que ejercitar la reciedumbre, la fortaleza, el espíritu de servicio, el orden, la puntualidad, etc-, también se pudo hacer una labor de formación y catequesis con el equipo de guías, cocineros y cargueros de la agencia de viajes que nos acompañaron. Entre los extranjeros había jóvenes profesionales polacos que trabajan en Londres y que ya tenían conocimiento de la labor de la Obra en su país. Para ellos fue una agradable sorpresa poder participar en la Santa Misa celebrada en la terraza más emblemática de Ciudad Perdida. Allí también pudo asistir el destacamento del ejército que vigila ese lugar. Wilson, nuestro guía, nos comentó que solo en otra ocasión, cuando un sacerdote de la Obra subió con otro grupo hace más de 10 años, se había celebrado la Santa Misa en ese lugar.
El comentario de Santiago cuando hicimos una valoración de la actividad muestra que se cumplió el objetivo: “Aprendí que también en el tiempo de vacaciones podemos tener un plan de vida espiritual que nos mantenga en unión con Dios”. Y otro decía: “ya no más vacaciones durmiendo y viendo televisión”. Los dos papás asistentes descubrieron la gran ascendencia que tienen con la gente joven y ahora quieren comprometerse en actividades para sus hijos y los amigos de sus hijos: han quedado entusiasmados en ayudar a promocionar un club juvenil.