El 14 de febrero de 1943

Tenía la certeza sobrenatural de que los sacerdotes debían proceder de los seglares de la propia Obra, pero no sabía cómo resolver los graves problemas jurídicos que esto planteaba

Tenía la certeza sobrenatural de que los sacerdotes debían proceder de los seglares de la propia Obra, pero no sabía cómo resolver los graves problemas jurídicos que esto planteaba. Su oración de años fue escuchada: El 14 de febrero de 1943, después de buscar y de no encontrar la solución jurídica, el Señor quiso dármela, precisa, clara. Al acabar de celebrar la Santa Misa en un Centro de la Sección femenina (...), pude hablar de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

Aquel Centro estaba en el chalet, hoy desaparecido, de la calle Jorge Manrique, de Madrid, en el que la Sección de mujeres de la Obra pudo tener al Señor en el Sagrario.

Antes del 14 de febrero de 1943, aun sin estar todavía resuelto el problema, con gran fe en la Providencia divina, el Fundador del Opus Dei había hecho comenzar –con anticipación de años los estudios sacerdotales a un grupo de socios de la Obra. Con la aprobación del Obispo de Madrid, buscó un cuadro de profesores verdaderamente excepcional. Entre ellos estaban algunos dominicos de gran prestigio, que enseñaban en el “Angelicum” de Roma y no habían podido regresar por causa de la guerra mundial, como el P. Muñiz, que les explicó Teología Dogmática, o el P. Severino Álvarez, profesor de Derecho Canónico. Don José María Bueno Monreal, hoy Cardenal de Sevilla, les explicó Teología Moral. El actual arzobispo castrense, Fray José López Ortiz, era profesor de Historia de la Iglesia. El P. Celada, O.P., que había trabajado muchos años en el Instituto Bíblico de Jerusalén, les enseñaba Sagrada Escritura. También fueron profesores suyos Fray Justo Pérez de Urbel, especialista en Liturgia, don Máximo Yurramendi, después obispo de Ciudad Rodrigo, don Joaquín Blázquez, actual Director del Instituto de Teología Francisco Suárez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el P. Permuy, C.M.S., etc.

Años después, el 25 de junio de 1969, Mons. Escrivá de Balaguer quiso celebrar en Roma las bodas de plata sacerdotales de los primeros. Ese día los recuerdos se hicieron más vivos: Cuando se iban a ordenar estos tres primeros, estudiaron apasionadamente y tuvieron el mejor profesorado que pude encontrar, porque he tenido siempre el orgullo de la preparación científica de mis hijos como base de su actuación apostólica. Estudiaron mucho, mucho, mucho... Yo os doy las gracias, porque me habéis dado el orgullo santo –que no ofende a Dios– de poder decir que habéis tenido una preparación eclesiástica maravillosa.

Puso gran empeño en su preparación. Les hizo estudiar sin prisas, sin correr, pero, al mismo tiempo, sin ningún periodo de vacaciones.