El trabajo que soñé cuando estaba desesperada

El favor de Isidoro Zorzano que necesitaba parecía imposible de obtener, ya que no solo se trataba de encontrar un trabajo, sino de hacerlo en un periodo de tiempo muy breve, con unos ingresos suficientes y en una empresa que me permitiera desarrollarme profesionalmente.

En uno de los momentos de mayor desesperación de mi vida oí hablar de Isidoro Zorzano en distintas ocasiones, a través del testimonio de varias personas que me contaron las gracias que habían recibido por su intercesión.

Entendí que Dios me presentaba una oportunidad para pedir el favor que tanto necesitaba a través de él. En ese momento mi periodo de prácticas en la empresa a la que había ido a trabajar en Madrid había terminado, y necesitaba encontrar con urgencia un trabajo que me permitiera seguir viviendo fuera de mi ciudad y hacer frente a la deuda que había adquirido para realizar mis estudios.

El favor que necesitaba parecía imposible de obtener, ya que no solo se trataba de encontrar un trabajo, sino de hacerlo en un periodo de tiempo muy breve, con unos ingresos suficientes y en una empresa que me permitiera desarrollarme profesionalmente y ser feliz. Tras realizar la novena por la intercesión de Isidoro, me llamaron para hacer una entrevista y, al día siguiente, me comunicaron que podía empezar a trabajar esa misma semana. Me pareció sorprendente, porque yo había acudido a varias entrevistas en diferentes lugares algunos meses atrás y la respuesta nunca había sido tan rápida, ni tan favorable.

Por supuesto, acepté el trabajo con agradecimiento, pero mi alegría era menor, porque se trataba de una empresa muy pequeña, lejos de la ciudad y con proyectos que no me resultaban demasiado atractivos. Dos semanas después de empezar allí, recibí una llamada de la que había sido mi jefa en la empresa donde hice las prácticas para decirme que querían contar conmigo en una posición que había quedado vacante tras la marcha inesperada de una persona muy afín al equipo. Se trataba de la firma donde ya había estado y en la que siempre había querido trabajar: una multinacional de gran prestigio, situada en el centro de Madrid, con proyectos apasionantes, donde, además, las contrataciones son muy escasas. Lo que parecía imposible ahora es realidad gracias a la intercesión del siervo Isidoro Zorzano.

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