«Agradar a Dios». La gratuidad y la libertad del amor, entre los bastidores de lo cotidiano
«Que yo vea con tus ojos, Cristo mío». Así rezaba san Josemaría y así querríamos rezar también nosotros, a la vuelta de casi cincuenta años. Sí, nos ilusiona mirar el mundo, nuestra vida, nuestras cosas, con los ojos de Jesús. Con esa mirada todo cobra su verdadero sentido. Este libro recoge algunas de las perspectivas que se abren con esa mirada.
Agradar a Dios (II): lo normal, discreto y divino. Los sacramentos cotidianos
Algunos paisanos de Jesús dudaron de que el poder de Dios pueda manifestarse en alguien "tan normal". El Señor quiere seguirnos encontrando en lo cotidiano, tejido por sencillas normas de piedad que procuramos vivir.
Agradar a Dios (VIII): apóstoles que disfrutan. Oración y misión.
En un mundo lleno de actividad, san Josemaría nos propone una "lógica" sorprendente: primero, oración y mortificación; solo después, acción. Así podremos sintonizar mejor con el apostolado que quiere Dios.
Agradar a Dios (VI): hermanos que miran al Padre. Unidad entre generaciones distintas
El Papa Francisco habla con frecuencia de la necesidad de generar una mayor unidad entre las distintas generaciones. La parábola del hijo pródigo, su hermano mayor y su padre, relatada por Jesús, nos puede ayudar a profundizar en este tema.
Agradar a Dios (I): en donde se oculta Dios. Santidad y monotonía
En la discreción y en el silencio de los sacramentos nos espera Jesús para que le abramos libremente nuestra alma.
Agradar a Dios (VII): la autenticidad del amor. Pureza de corazón
Jesús perdona a una mujer pecadora que unge sus pies y la lanza hacia la libertad que surge de un corazón limpio.