Uni2 por la Familia

Sus propias circunstancias familiares y el deseo de hacerse eco de la preocupación de San Josemaría y don Álvaro del Portillo por las familias, llevó a la abogada María Teresa Álamos a ser una de las propulsoras de Uni2. Aquí cuenta su experiencia en esta iniciativa que agrupa a diferentes profesionales que ofrecen orientación y mediación a familias en crisis.

Al poco tiempo de casarse, María Teresa quedó viuda a causa de un trágico accidente de aviación. Todavía muy joven, se volvió a casar con un hombre que, a su vez, era viudo y padre de 8 hijos entre 17 años y 18 meses de edad. A esta numerosa familia se sumaron tres hijas que nacieron después.

“Pasé momentos bastante difíciles, porque a uno nadie le enseña a ser esposa, mamá, hija y hermana, recuerda María Teresa. Uno tiene que actuar como mejor pueda, pero a veces se cometen errores y, sin querer, se hiere a otras personas. Yo no sabía muchas veces si estaba haciendo las cosas bien o mal. No sabía a quien acudir, así es que me aferraba a la Santísima Virgen con el Rosario y a san Josemaría, que ha sido siempre una luz para mí.” Desde hace 26 años María Teresa es Supernumeraria del Opus Dei.

Una vez que sus hijos crecieron, el deseo de apoyar a las familias la llevó a inscribirse en el Diplomado en Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes.

La decisión no fue fácil. “Mi primera reacción fue decir no tengo tiempo; tengo demasiadas cosas; no puedo abarcar tanto, cuenta María Teresa. Pero me motivó una carta de don Álvaro del Portillo en que hablaba de la familia. La frase de san Josemaría “¡Vale la pena!” me ayudó a tomar este llamado de don Álvaro como dirigido a mí y hacerlo propio.”

Así nació la idea de crear, junto a otros profesionales, el Centro Uni2, en la Fundación Buenaventura.

Actualmente, un equipo de mediadoras y orientadoras que son apoyadas por psiquiatras, psicólogos, pedagogos y abogados trabaja en cinco establecimientos educacionales municipales de las comunas de Lo Barnechea, Vitacura y Recoleta en Santiago, en estrecha colaboración con los profesores que son los que detectan a los alumnos con problemas. También atienden a matrimonios y familias de otras comunas que llegan a Uni2 por datos de terceros. 

 

La clave de la solución es asumir las propias deficiencias.

 

“Siempre detrás de la conducta agresiva o de la falta de rendimiento de un niño hay un problema familiar", explica María Teresa. "Nuestra tarea es descubrir las causas de los conflictos que afectan al niño. Por eso, trabajamos con toda la familia ayudándolos a buscar sus propias soluciones. Si éstas son impuestas desde afuera, las personas no perseveran. Cuando uno está en una situación de conflicto se da a sí mismo datos equivocados, piensa que la culpa es de los otros. La clave de la solución es asumir las propias deficiencias. El que se da cuenta de que la solución depende de sí mismo es el que llega a la meta.”

Señala que generalmente hay un problema de comunicación. “Cada uno está tan metido en su propio mundo que, a pesar de estar viviendo juntos, no tiene idea de lo que le pasa al otro. Hemos visto casos en que el niño o adolescente desarrolla una conducta conflictiva justamente para hacerse notar por el papá. Prefiere que lo reten o castiguen a pasar inadvertido.”

Para María Teresa, una de las causas de esta falta de comunicación se debe a que se han limitado los espacios en que se hace vida de familia. Por diversas circunstancias, en muchas casas se ha acabado con la costumbre de comer juntos, que es el momento en que se puede conversar y detectar los problemas que pueda haber.

“Nosotros animamos a las familias que tratamos a que lo hagan por lo menos una vez a la semana," dice. "Y les aconsejamos que involucren también a los niños, dejándolos que ayuden a preparar la comida o a poner la mesa.”

María Teresa reconoce que es difícil lograr que todos los miembros de una familia acepten la mediación.

“Son bastante reacios, pero al final dan el paso porque se quieren.”

Cuenta que normalmente el proceso de mediación ocupa alrededor de seis sesiones, pero que en cada familia es distinto porque depende de la apertura que tengan las personas. A veces, sólo al final de la mediación sale a la luz un problema que había estado oculto, como por ejemplo, la violencia intrafamiliar. 

El matrimonio es un llamado a la donación de sí mismo

Entre los matrimonios que llegan en busca de orientación hay muchos jóvenes.

“Antiguamente la gente hacía todo lo posible por salvar su matrimonio", dice María Teresa. "Ahora, desgraciadamente, hay falta de compromiso. Existe la idea de que todo es desechable: si no resulta, se acaba. Es parte de la modernidad, que tiene cosas buenas, pero también grandes costos. Se ha perdido el concepto de donación en el matrimonio porque hay mucho individualismo: me das tanto, te doy tanto. Los jóvenes creen también que sólo deben mantener una relación si ella les permite sentirse bien. Se olvidan de que el matrimonio es una vocación que exige la donación de sí mismo para hacer feliz a los demás.”

Cuenta que hay recién casados que están empecinados en no ceder su terreno. “A veces la mujer que trabaja fuera de la casa no quiere hacer sola las tareas del hogar. Y el marido no quiere ayudarla porque considera que ésa es la labor de la esposa. En algunos casos, han llegado a pedir ayuda cuando los platos se amontonaban y las camas llevaban días sin hacer, cuenta. Al final, después de las sesiones de mediación, aceptan que, si se quieren, lo lógico es que se ayuden mutuamente. Y que de a dos, resulta incluso entretenido.”

Para María Teresa, detrás de estas actitudes está el miedo, que es lo que más quita la paz. “Y ese miedo es falta de fe, asegura. Pero hay que tener mucha esperanza porque Dios no está sordo.”