El Taller Costanera tiene casi 50 años en Chile. Inspirado en las enseñanzas de San Josemaría sigue la antigua tradición de resaltar la belleza de los elementos que se utilizan en la liturgia, para dar a Dios la mayor gloria que podamos. Además de realizar los ornamentos necesarios para las necesidades de la prelatura del Opus Dei en nuestro país, recibe encargos de la Iglesia chilena y de otras partes del mundo. Actualmente se encuentran trabajando en pedidos de Paraguay, Argentina (que irán a El Congo), España, Francia y Japón. Margó Ojeda, su directora, cuenta que tras ofrecerse a la Comisión de Liturgia de la Visita Papal, presidida por el Padre Héctor Gallardo, recibieron el encargo de realizar 178 casullas y estolas para los obispos, y también los lienzos, es decir, el material textil que viste el altar para una Eucaristía: manteles, purificadores, corporales, palias y toallas; un encargo privilegiado, pero que no se podía abordar sin manos generosas de por medio: “Para un taller pequeño como el nuestro, realizar este encargo era imposible sin ayuda de otras personas. Gracias a su generosidad y cariño por el Santo Padre, cincuenta voluntarias dedicaron algunas horas a la semana, por varios meses, para sacar adelante estas tareas. Por ejemplo, Isabel Vial dispuso su casa para que se cortaran, pusieran forros y cosieran las estolas. El trabajo de deshilado, corte y costura de lienzos se realizó en la casa de Gabriela Mönckeberg y en el Centro Cultural Alsacia; y las cruces de las casullas para el Papa fueron bordadas en el taller de don Pedro,”, cuenta Margó.
Sorpresa, cariño y conocer más a Francisco
Carmen Reyes lleva 5 años trabajando en el taller: “La costura es lejos lo que más me gusta; aprendí a coser con mi mamá a los doce años y aunque estudié técnico paramédico, descubrí que esta es mi verdadera vocación profesional”
Susana Miranda lleva 45 años en el taller. Por sus manos pasaron la casulla, alba, cíngulo, amito y estola que utilizó San Juan Pablo II en la Misa de Rodelillo, Valparaíso, el 2 de abril de 1987. Por su parte, María Eugenia Muñoz lleva 19 años en el taller y cuenta que aprendió el oficio de manera autodidacta. “Fue una sorpresa que nos tocara colaborar con un grano de arena. Uno se interesa por saber más del Papa y mi marido me pregunta asombrado cómo voy con los avances”, resume.
Trabajo invisible para algo muy grande
En nuestro reporteo encontramos a 11 mujeres que llevan seis meses reuniéndose hasta tres veces por semana para cortar, hilvanar, coser y deshilar amitos, corporales y purificadores bajo la tutela de Elizabeth Volpi. Para ellas, el arte de deshilar o sacar una hebra del corte textil para darle una terminación más acabada, era lo más difícil: le preguntamos a Alejandra Palma, apasionada bordadora, si sintió cierta monotonía. “¡La verdad es que la monotonía no la sientes por la importancia que tiene! El trabajo más aburrido y más difícil era el deshilado, pero hacerlo con el sentido en que lo estábamos haciendo, para la venida del Papa, lo transformaba en algo totalmente alegre y novedoso. Había además un ambiente maravilloso de trabajo y amistad”, recalca.
Josefina Cruz y Angélica Toledo coinciden en que estas labores han sido una gran oportunidad para colaborar de un modo concreto para esta visita: “Soy mayor, por lo que tenía que ubicarme en qué podía apoyar: hay gente que aporta con dinero, otros como guardias papales, otros cantando, en fin… Esta es nuestra donación y este trabajo nos ha ayudado a crecer mucho en paciencia con los detalles pequeños: de volver a hacer, de volver a desarmar…”.
Patricia Villagra se emociona al relatar cómo llegó a ser voluntaria: “Mi nuera me preguntó si estaría dispuesta a ayudar para los ornamentos del Santo Padre. Me sentí tremendamente honrada, ha sido como un premio colaborar con esta visita que es de una importancia enorme. Llegué aquí y no conocía a nadie. Tras estos meses he hecho unas amistades maravillosas; nuevas amigas y entregar mi trabajo personal ha sido algo inesperado. Estoy dichosa de haber puesto todo mi amor para una causa como ésta”.
El vestuario que usará el Papa Francisco en Chile.
Fuente: La Tercera