Morir por conocerte (Dying To Meet You)
Dying To Meet You es un proyecto de renovación cultural que busca humanizar las conversaciones sobre el sufrimiento, la muerte, el sentido y la esperanza. A través de la escritura, conferencias, eventos, cortometrajes y la colaboración con otros, Amanda Achtman promueve una búsqueda común por valorar a cada ser humano.
En la siguiente historia, Amanda entrevista a Jill sobre el cuidado que brinda a su madre Joan, una mujer anciana con demencia.
Joan está sentada, con una mirada dulce pero algo distante
—Joan, -le pregunta Amanda-, ¿te resulta difícil perder la memoria?
Joan frunce el ceño con curiosidad, como si buscara una respuesta entre las nubes.
—¿Perder la memoria? -repite-. ¿Dónde perdí mi… mi memoria?
Luego sonríe, como aceptando con humor el misterio.
—¿Tú… tú lo hiciste...? -añade, medio en broma.
—Amanda: hoy vinimos a entrevistarte. ¿Cómo te sientes con eso?
— Joan: No me importa en absoluto si quieren hacerlo -responde con desparpajo.
—Amanda: ¿Cuántos años tienes? “Oh, muchos más años”, dice Joan.
—Amanda: ¿Cómo se llamaba tu esposo? Joan mira hacia arriba, buscando entre los recuerdos.
— Joan: Debería saberlo ya… Yo… déjame ver…
Su hija Jill interviene:
—Mamá, el nombre de papá… siempre lo llamabas Gil. Su nombre era Gilles. Gilles Lusignan.
Pero siempre lo llamabas Gil, porque ustedes hablaban en inglés.
—Sí, es cierto -asiente Joan-. Eso es verdad.
—Joan, ¿cuántos hijos tienes?
—Al menos tres -responde con una sonrisa-. Tres o más.
Las visitas semanales de Jill
Normalmente trato de venir a verla un par de veces por semana -cuenta su hija-. Le arreglo el cabello, a veces la ayudo a ducharse, le lavo el cabello y se lo peino. Si es entre semana, solo vengo y le doy un retoque, le ondulo un poco el pelo. Eso siempre ha sido parte de nuestra rutina.
Jill sonríe y la mira con cariño. -Me gusta hacerla reír. Y también me gusta saludar a otros residentes que no tienen quien los visite.
—Amanda: ¿Ha cambiado algo en su personalidad con los años?
—Sí, responde Jill. Cuando otras personas intentan cuidarla, no le gusta. A veces se altera con algún trabajador, y eso nos sorprende. Pero cuando logramos calmarla y centrarla de nuevo, vuelve a ser ella misma.
Aunque a veces es difícil tener conversaciones -añade-, hay que saber jugar un poco con eso y seguir adelante. Aun así, sigue siendo esa persona que amas. Y tienes la oportunidad de compartir, de hacerla feliz… y ella también nos hace felices.
El sentido de la enfermedad
—Amanda: ¿Cuál crees que es el sentido de tener demencia? ¿Por qué esto es parte de la condición humana?
Es un misterio -responde Jill-. Creo que nadie quiere tener demencia, ¿verdad? Todos quieren conservar sus facultades hasta el final. Pero… es parte de dejar ir a la persona.
— Amanda: ¿Y crees que incluso los jóvenes pueden aprender algo de esto?
Sí, creo que es valioso aprender que no podemos controlarlo todo. La gente que intenta hacerlo se deprime. Porque la vida está llena de sorpresas, y no puedes tenerlo todo bajo control.
—Amanda: una de las razones por las que muchos canadienses dicen que considerarían la eutanasia es por miedo a ser una carga. Especialmente las madres y abuelas. ¿Tu madre es una carga?
No, definitivamente no -responde Jill sin dudar-. En serio.
—¿Crees que la forma en que ella los crió influye en cómo la cuidan ahora?
Absolutamente. Tuvimos una madre amorosa, y todos queremos amarla hasta el final. Siempre bromeo con mis hijos: “Está bien, chicos, quiero verme bien cuando tenga 90 años. Así que van a venir, ayudarme a asearme, hacerme el cabello y las uñas, y todo eso.
—Hoy te ves muy elegante, le dice Amanda a Joan.
—¿Ah, sí? -responde ella-. Bueno… gracias a Dios.
—Amanda: Entonces, si tu madre no es una carga… ¿qué es para ti?
Jill: Es un regalo. No es una carga. Es un regalo, hasta el día en que se vaya al cielo, y vea a mi papá… y baile una buena danza allá arriba con él.
—Amanda: ¿Sigues siendo tú misma, como siempre has sido?
—Joan: Bueno… creo que sí.
—Amanda: ¿La vida siempre es buena?
—Joan: Sí. Diría que la vida es muy buena. Y entonces, la pregunta es ¿Cómo seguimos adelante?