"El día martes a las once de la mañana en punto los profesores de PuenteMaipo revisan por última vez los pasillos del colegio. Se aseguran que todos los alumnos estén en sus salas. Por afuera un cortejo fúnebre despide a un narcotraficante asesinado hace pocos días en el sector, ceremonias en que los disparos al aire suelen ser habituales. Sin preocupar a los niños, esperan que la carabana se aleje. Después de unos minutos retoman con tranquilidad las actividades del día" .

Así comienza el artículo "Cómo es el día a día del colegio Opus Dei en Bajos de Mena" realizado por el periodista Jaime Sánchez y fotografiado por Felipe González que fue publicado en la edición dominical del diario El Mercurio de Santiago. En éste, además de mostrar con ricos detalles el contexto en el que se encuentran los tres establecimientos de la Fundación Nocedal en La Pintana y Puente Alto, y el cambio que significa para una madre y un alumno ser parte de dicha comunidad, se explica que esta iniciativa social es parte del legado de Álvaro del Portillo en Chile.
A continuación transcribimos recuadro destacado:
El legado de Álvaro del Portillo:
Que Nocedal naciera bajo su "impulso"comentan desde la fundación, no es una coicidencia, pues destacan que uno de los grandes legados de Álvaro del Portillo fue precisamente el tema social. De hecho, la iniciativa surge motivada por una carta que Del Portillo hizo llegar a Chile luego de su visita casi desapercibida- acompañando a José María Escrivá de Balaguer-en 1974, y en la que llamó a los miembros del Opus Dei a preocuparse por la situación social en el país, en especial por la educación.
De esta forma, un grupo de empresarios se reunió y decidió crear una fundación que se hiciera cargo de la materia, enfocándose en la gente más necesitada. El desafío era instalar en sectores "olvidados y segregados", una obra que no tuviera "nada que envidiarles a los colegios de los sectores más acomodados de Santiago", tanto en la calidad como en infraestructura.