3 de mayo: Exaltación de la Santa Cruz

“Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto”. La Iglesia venera en este día las reliquias de la cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas en el siglo VII. El emperador Heraclio solo pudo cargar con el madero una vez que cambió sus vestiduras reales por un traje sencillo. Antes, el 3 de mayo se celebraba litúrgicamente el hallazgo de la santa cruz, gracias a la búsqueda de santa Elena, madre del emperador Constantino.

La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz se remonta al siglo VII, cuando el emperador bizantino Heraclio recuperó la reliquia de la Cruz del Señor que había sido arrebatada por los persas.

Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso cargar la Cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero en su hombro e intentó entrar a una iglesia, no pudo hacerlo porque pesaba demasiado. El obispo Zacarías, que iba a su lado, le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la Cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial y, con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la Cruz en el sitio donde antes era venerada.

Jesús se sometió libremente a la muerte de Cruz, como momento supremo de su ofrenda. Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, cargándolo sobre sus espaldas. La imagen que ha quedado impresa en la retina de los discípulos de Cristo es la de la Cruz, a la que fue clavado nuestro Señor y Redentor.

Pero hoy ya no es la Cruz del Viernes Santo que a todos nos aplasta, es la Cruz victoriosa en la que Jesús ha vivido la muerte con libertad, ha amado hasta el extremo de dar la vida, ha vencido por su resurrección al pecado, a la muerte y a Satanás.

La Cruz se ha convertido en el símbolo del amor. No basta el sufrimiento, que a tanta gente aparta de Dios, como si Dios tuviera la culpa de nuestros dolores. La Cruz es el sufrimiento vivido con amor. Es un amor que se expresa dando la vida, perdiendo la propia vida para ganarla. Es un sufrimiento que se vive en el amor, en el don de sí mismo, alcanzando una fecundidad ilimitada. Eso es lo que celebramos hoy.

En definitiva, se trata de seguirle a Él, de vivir con Él, de vivir como Él; y eso incluye la cruz de cada día: nuestros sufrimientos, penas y contrariedades. Pero si le seguimos, es porque ha vencido la muerte, el egoísmo, el pecado; y nosotros queremos vivir de esa libertad que Él nos ha alcanzado y que nadie más nos puede dar. Si llevamos nuestras cruces con Él, reinaremos con Él.

P. Pablo Aguilera