Lidia Sindy Poma

Esta joven paceña de 19 años proviene de una familia de escasos recursos, pero a fuerza de tesón y de voluntad en su trabajo ha obtenido becas para continuar con sus estudios. Una dulce especialidad.

Lidia en el hotel Ritz Foto:Juan Estellano

La vida no siempre le sonrió a la joven paceña Lidia Sindy Poma. “Mis papás se separaron cuando yo estaba todavía en colegio y mi mamá no tenía las posibilidades para ayudarme a estudiar. Por eso que yo me he puesto a trabajar desde chica”, explica.

Comenzó a estudiar en el Cefim (Centro de Formación Integral para la Mujer) en los estudios de Hotelería y Gastronomía. “Mediante el Cefim podía tener beca gracias a las notas, para ver si era una buena estudiante. Y al parecer así es —lo que Lidia no menciona es que tiene una de las notas medias más altas de la institución—, soy buena estudiante”.

Lidia en el hotel Ritz Foto:Juan Estellano

Pero aún así, a veces, Lidia y su mamá no podían ni pagar las cuotas. Por eso acudió al Fondo de Becas para Estudiantes (Fonbec), que le ayudó con sus estudios de pastelería, su gran amor: “Bueno, la pastelería no fue exactamente mi primera decisión. En la escuela —Cefim— tuve que elegir entre Hotelería y Gastronomía o Geriatría y Pediatría; y no me llevo exactamente bien con los niños —ríe—, no me gustan mucho... Los primeros cursos que pasé fueron de cocina y, la verdad, no me gustaron mucho. Pero cuando hemos llegado a pastelería, me ha encantado”, manifiesta  la joven de 19 años.

El año pasado hizo su primera pasantía como ayudante de pastelería, y aunque ha sufrido quemaduras y cortes, indica que no son nada comparados con la satisfacción de un trabajo que le encanta. “Pienso que la pastelería es como la química, muchos detalles, mucha exactitud. A veces, se puede dejar volar la imaginación, pero sin dejar de lado la precisión de esta especialidad”.

Tanto ha insistido con sus ganas de ser pastelera que su mamá consiguió un horno para practicar en casa: “Aunque estoy cansada cuando llego después del trabajo, me pongo a hacer lo que sea para mi familia, un queque, unas galletas. No teníamos horno en mi casa, pero mi mamá ha hecho hasta lo imposible para comprar a crédito el electrodoméstico para que yo pudiera practicar lo que aprendía en las clases”.

En un futuro no muy lejano, Lidia Poma quiere estudiar Turismo y salir al extranjero. Por hoy, seguirá preparando tortas y galletas en el hotel Ritz en el que le ofrecieron quedarse cuando acabe su pasantía. Gracias a su esfuerzo, Cefim y Fonbec, las sonrisas han regresado a su vida

Cristina C. Ugidos - Diario La Razón - Bolivia