Aunque no recibí ninguna instrucción religiosa, desde pequeño el canto de los pájaros y la belleza de los ríos y montañas de mi tierra me habían llevado a pensar en la existencia de un Creador, y sentía deseos de saber más sobre religión.
Un buen día abrieron un centro del Opus Dei al lado de mi casa y esa fue mi ocasión para profundizar. Allí pude informarme, preguntar, leer... Y también aprendí a rezar.
A los pocos años, aunque no era cristiano, decidí hacerme cooperador, pues compartía los ideales de esas personas que enseñaban a los jóvenes lo que a mí me habría gustado aprender en la juventud: cómo conocer a Dios y llevar una vida noble, de trabajo, de comprensión y respeto hacia los demás, de sana diversión...
Al cabo de unos años me bauticé. El mensaje de san Josemaría me ayuda a santificar mi trabajo, que transcurre en buena parte en un jardín y entre flores: cuando estoy regando o abonando, pienso en los cuidados que tiene el Señor conmigo, y cuando las flores van abriéndose y floreciendo, le pido al Señor por el crecimiento espiritual de todos los hombres.
Yedik Almasbekovich Mamrainov
Vive en Almaty (Kazajstán). Trabaja como jardinero y mantenedor.