El pasado 12 de enero, mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, concelebró en la Basílica de San Eugenio el solemne funeral por Dora del Hoyo, ante fieles de los cinco continentes.
Dora del Hoyo nació en 1914 en Boca de Huérgano (España). Conoció el Opus Dei cuando tenía 29 años, en Madrid, en la administración de la Residencia de la Moncloa. Fue la primera mujer que pidió la admisión en el Opus Dei para dedicarse con su trabajo profesional a atender las labores domésticas de los Centros del Opus Dei, el 14 de marzo de 1946, en Bilbao, adonde se había trasladado con el deseo de ayudar en la puesta en marcha de la Residencia Abando.
Por invitación de san Josemaría, se trasladó a Roma el 27 de diciembre de 1946, para colaborar en la administración doméstica de la sede de la Prelatura y en la formación de quienes debían aprender a desarrollar con competencia esos trabajos. Desde entonces, Dora del Hoyo residió establemente en Roma, y proporcionó a san Josemaría una preciosa ayuda, también en otros países, como Inglaterra, Francia e Irlanda.
Después de la marcha al cielo de san Josemaría, siguió formando, con su actividad profesional, a mujeres más jóvenes, provenientes de todo el mundo, siendo también de este modo un apoyo para el primer sucesor del fundador del Opus Dei, mons. Álvaro del Portillo.
En la Cripta
La competencia y la abnegación que siempre mostró en el trabajo han hecho que sea conocida en más de cincuenta países, y sea muy apreciada por los que tienen devoción a san Josemaría. Por esto, el actual prelado del Opus Dei, mons. Javier Echevarría, ha dispuesto que sus restos mortales reposen en la Cripta de la Iglesia Prelaticia de Santa María de la Paz, en Roma, cerca de san Josemaría Escrivá y mons. Álvaro del Portillo.
De este modo muchos de los que la conocieron, o que han admirado la función que desempeñó en el Opus Dei, podrán manifestarle el homenaje de su afecto y agradecimiento.