El 18 de mayo de 1920 a las cinco de la tarde nació Karol, el tercer hijo del matrimonio Wojtyla. Aquella tarde hacía calor y la ventana estaba abierta. De una iglesia cercana, llegaba el canto de las letanías a la Virgen, una tradición que se mantiene en Polonia desde entonces durante las tardes de mayo. La historia del niño que nacía aquella tarde sería recordada por miles y miles de personas en agradecimiento a Dios.
80 años después, concretamente el 16 de junio de 1999, aquel infante era ya Juan Pablo II y desgranaba sus recuerdos en una visita pastoral a su ciudad natal: “Una vez más, durante mi ministerio a la Iglesia universal en la Santa Sede, vengo a mi ciudad natal de Wadowice. Miro con gran emoción esta ciudad de la infancia, que fue testigo de mis primeros pasos, mis primeras palabras. La ciudad de mi casa familiar, mi iglesia bautismal...”. Después, el Papa tuvo un entrañable encuentro con las miles de personas que colmaban la plaza central de Wadowice y los millones de polacos que seguían la transmisión por televisión.
Azarosa historia del edificio
Tras aquel viaje, uno de los descendientes de los propietarios del edificio donde había nacido el pequeño Karol comenzó las gestiones ante el gobierno polaco para recuperar la propiedad, perdida durante el periodo comunista. Al cabo de unos años, una vez solucionados los complicados aspectos legales, pudo ponerlo a la venta.
Aquella oferta coincidió en el tiempo con el fallecimiento de Juan Pablo II. Ryszard, un próspero empresario local, conmovido por la vida ejemplar del Papa polaco, decidió adquirir el inmueble y costear el proyecto de reforma para que se abriera allí el museo Casa Familiar de Juan Pablo II. Ryszard pidió consejo a Przemyslaw, un amigo suyo que había hecho varias películas sobre Juan Pablo II para que le ayudase a encontrar las personas adecuadas para hacer el proyecto del futuro museo.
En torno a Przemyslaw se reunieron Basia y Jaroslaw, un matrimonio polaco, especialistas en museos narrativos; Pawel, periodista autor de una biografía en cuatro tomos sobre Juan Pablo II; y otro Pawel, especialista en historia de la Iglesia del siglo XX. Entre el 2010 y 2014, el edificio sufrió remodelaciones con las que se logró obtener 1200 m2 de superficie de exposición, en cuatro plantas diferentes. De ese modo, el museo quedó dividido en 16 zonas que van contando al visitante la vida de Karol Wojtyła–Juan Pablo II. Obviamente, el corazón del museo es el apartamento de los Wojtyła, donde Karol nació y vivió 18 años.
Ver, escuchar…, participar en una historia
“Un museo narrativo es una muestra en donde los objetos expuestos tienen vida. Además entran en interacción con otros objetos y, sobre todo, con las emociones del visitante”, señalan Basia y Jaroslaw. La narración permite un diálogo con el visitante, un diálogo que cambia de ritmo.
En estos museos todo tiene importancia y significado: la arquitectura, la iluminación, el sonido, la estructura del pavimento… El visitante puede recorrerlo en hora y media o en cinco horas. No es la misma la experiencia de un niño que la de un adulto o un anciano. Para guiar a quien desee emprender este viaje se formó a un equipo de guías, que aportaran no solo su trabajo sino también su corazón.
Basia y Jaroslaw, además de tener experiencia en la creación de este tipo de museos, procedían de Adrychów -una población muy cercana a Wadowice- lo que les ayudó para contactar con los lugareños y poder obtener así más elementos de la vida y de la época del protagonista para crear el entorno adecuado.
Por ejemplo, entre las cosas que dejó en Cracovia el cardenal Wojtyla cuando fue elegido Papa había una pequeña cartera de mujer muy elegante, de hilo plateado. Gracias a una vieja fotografía tomada alrededor de 1917-1918, podemos ver en ella al joven Edmund y Emilia Wojtyla vestida muy elegantemente con esa cartera. ¿Cuál fue el destino de la cartera después de la muerte de Emilia? Basia, que además de sus talentos organizativos demostró tener capacidades detectivescas, averiguó que fue usada por Stefania Wojtyła -hermana del padre del futuro pontífice- y esta se la dio a su sobrino Karol como recuerdo de su madre. Durante muchos años, se conservó en la curia de Cracovia. Fue hallada poco después del fallecimiento de Juan Pablo IIy es uno de los pocos recuerdos materiales que tenemos de Emilia Wojtyłowa.
En el dormitorio de los Wojtyła hay también un cuadro que sale en la foto del día de la primera comunión de Karol. Fue el mismo Juan Pablo II quien entregó esa pequeña imagen a las monjas que en los años 80 gestionaban allí un museo provisional. Lo besó y dijo: “Esto deberían colgarlo en su lugar de origen, en la pared de mi casa”.
El “objeto maldito”
Uno de los objetos de la exposición que despierta más interés de los visitantes es lo que alguno de los guías llama el “objeto maldito”: es el arma que usó Ali Agca el 13 de mayo de 1981, una Browning HP CAL de 9 mm, con cargador de treces balas. En 1981 fue comprada en Viena por Oral Celika, el segundo asaltante involucrado en el atentado. Agca disparó dos veces al Papa y luego el arma se atascó. Mientras escapaba, el terrorista trató de disparar al policía que corría detrás de él y a la hermana Letizia Giudica, que le bloqueó la huida. Afortunadamente, el arma no se disparó.
Poco después del asesinato, Juan Pablo II escribió una carta a Ali Agca, que no llegó a enviar porque decidió visitar a su ejecutor en prisión. Se conserva porque quedó archivada en las notas dejadas por el Papa. Fragmentos de vídeo, fotos y sonido ayudan a revivir a los visitantes de modo dramático esos momentos de la biografía del Papa.
No fue cosa fácil conseguir el arma del atentado. Sirvió como prueba material durante la investigación y el juicio y ahora es propiedad del Museo Romano de Criminología. Gracias al apoyo de las instituciones eclesiásticas y la recomendación del gobierno polaco, en marzo de 2014 el Museo Papal de Wadowice recibió el arma en depósito por un tiempo limitado.
Pocos son conscientes del tiempo que dedicó Basia a visitar a amigos y a testigos de la vida de Juan Pablo II, las horas que pasó en los archivos de la curia de Cracovia o las largas conversaciones con los cardenales Stanislaw Dziwisz y Stanislaw Rylko. Poco a poco, ella y su marido lograron reunir más de 200 recuerdos de Juan Pablo II y su familia, así como 140 fotografías de archivo. Hubo también muchos donativos de compañeros de colegio o personas que en su juventud se habían beneficiado del trabajo pastoral de Karol Wojtyla.
Una visita rápida
En los 16 espacios temáticos repartidos en las cuatro plantas del museo, es posible seguir las etapas de la vida de Karol Wojtyła - Juan Pablo II. Desde la casa familiar en Wadowice, donde "todo empezó", hasta la “casa mundial” que fue el mundo para él. El visitante conoce la Wadowice de entreguerras (1920-1939), sus paseos a las montañas e información de los 104 viajes apostólicos que emprendió.
La parte dedicada a los años de la juventud de Karol muestra las raíces de su personalidad y espiritualidad: es la ciudad Wadowice de la década 1920-30 tal como la recordó el futuro papa, llena de la riqueza cultural y espiritual. En la parte dedicada a “La Pequeña Patria”, se narra la historia de los judíos de Wadowice, que constituían aproximadamente el quinto de los habitantes de la ciudad. La familia Bałamuth, quienes poseían el edificio y lo vendieron para que se pudiera instalar un museo, pusieron como condición que se dedicase una parte a sus antepasados judíos que vivían en Wadowice.
Basia y Jaroslaw diseñaron un sector que recuerda la tienda de Chiel Bałamuth, que allí se erigía en los años 20. El edificio tenía en la parte anterior, que daba a la plaza central, algunas tiendas; en la parte posterior, un taller artesanal y tres o cuatro apartamentos que se alquilaban. En la zona que recuerda los judíos de Wadowice, se recogen varias fotografías, entre ellas la de Jerzy Kluger, de quién Karol Wojtyła fue gran amigo desde los tiempos de la escuela primaria hasta el final de su vida en Roma. Se muestran otros muchos recuerdos donados por las familias judías cuyos antepasados vivían en Wadowice. En este lugar, se ha representado también el Muro de Lamentación donde en el año 2000 rezó Juan Pablo II. Los visitantes reviven los momentos emocionantes del año jubilar.
Desde el 1919 hasta el 1938 los Wojtyła residieron la primera planta. Se trataba de una vivienda con tres ambientes: la cocina, el dormitorio y el salón, similar al de otras familias de clase media. Basia se ocupó de ambientar esa parte del museo con muebles de la época y algunos objetos originales pertenecientes a los Wojtyła: las servilletas bordadas por Emilia, su elegante cartera, vajilla de la familia o fotografías del album de familia, entre otros.
Tras la muerte de Emilia, en abril de 1929, el pequeño Karol se quedó en el piso solo con su padre. El dormitorio se convirtió en el cuarto principal, y prácticamente dejaron de utilizar el salón. Además de las dos camas, se encontraba también allí el reclinatorio en el que – como recordaba Juan Pablo II – su padre rezaba hasta muy tarde por la noche. A través de la ventana Karol podía ver en la pared de la iglesia parroquial el reloj de sol con la inscripción: “El tiempo corre, la eternidad espera”.
Estudiante universitario, trabajador, actor y poeta, sacerdote
Cuarenta años de vida de Karol Wojtyła corresponden a su etapa de Cracovia: desde su partida de Wadowice en 1938 hasta su elección a la Sede Petrina. En esta parte de la exposición, se pueden ver los objetos relacionados con sus estudios universitarios, el trabajo en la cantera de Zakrzówek o la formación al sacerdocio. La siguiente parte de la exposición está dedicada a los años de postguerra, incluidas los sucesivos nombramientos de Karol Wojtyła: el episcopal, el arzobispal y el cardenalicio.
El 1 de noviembre de 1946 fue ordenado sacerdote de las manos del arzobispo Adam Sapieha y al día siguiente celebró su primera misa en la cripta de san Leonardo, en la catedral de Cracovia. En una parte del museo se ha realizado una replica de la cripta: sobre el altar, se han colocado la cruz y los candelabros originales.
Los guías aprovechan para hablar con naturalidad sobre temas relacionados con la vida de familia, el sufrimiento, el valor del trabajo, la vocación sacerdotal, los sacramentos... Cuando se los escucha, se tiene la sensación de escuchar los medios formación cristiana a los que asisten Pawel, Basia y Jaroslaw. Se palpa que el museo en la Casa Natal de san Juan Pablo II es algo más que un simple lugar en donde los objetos se detuvieron en el pasado. El recuerdo se hace vida para los visitantes. Los objetos hablan y transmiten un mensaje legible y claro: “La santidad es posible, también para ti”.
¡Mar adentro!
En esta parte el visitante oye las palabras del cardenal Pericle Felici: Habemus papam… Aquí llama la atención una réplica de gran tamaño de una barca de los tiempos de Jesús encontrada a la orilla del mar de Galilea, en las cercanías de Cafarnaún. Es el símbolo de la Iglesia: el 16 de octubre de 1978 el Señor confió a Karol Wojtyła el timón de su barca.
Juan Pablo II, siendo la Cabeza de la Iglesia Universal, ejerció la autoridad del magisterio. Por eso, en las catorce columnas que sostienen la cúpula se colocaron las portadas de sus catorce encíclicas. En una vitrina, se encuentra la copia del manuscrito de la primera encíclica: Redemptor Hominis. Además, en el centro de la sala, hay una réplica de la Puerta Santa abierta por Juan Pablo II, adornada con bajorrelieves de escenas bíblicas y escudos de los 28 papas que en algún momento de la historia han abierto la Puerta Santa. En la parte posterior de la réplica se colocó en diez lenguas la inscripción: ¡No tengáis miedo! Abrid de par en par las puertas a Cristo.
Juan Pablo II durante su pontificado en marco de sus viajes apostólicos recorrió más de 1,5 millón de kilómetros, visitando 129 países. Un recuerdo especial relacionado con los viajes apostólicos del Santo Padre es la tierra traída al Museo de los lugares que había visitado Juan Pablo II. Debajo del suelo de cristal se han colocado casi 60 recipientes con tierra, un número que crece constantemente gracias a los envíos que llegan. La pared lateral está cubierta de una pantalla multimedia de 15 metros de longitud que permite ver fotografías y leer fragmentos de discursos del Santo Padre durante sus 104 viajes apostólicos. El último punto de esta ruta de peregrinación es una pared de vidrio que muestra la imagen de Jesús Misericordioso y la inscripción "Sed Apóstoles de la Divina Misericordia", y el texto del Acto de la dedicación del Mundo a la Divina Misericordia en el año 2002.
¡Vosotros sois mi esperanza! Con esta frase, se abre el sector dedicado a la atención que prestó el Papa a los jóvenes: colorido y lleno de sonidos gracias a las modernas “duchas acústicas”. Si uno se coloca debajo de ellas, permiten escuchar los himnos de la correspondiente Jornada Mundial de la Juventud. Una de las paredes muestra cientos de placas coloridas que juntas forman una gran imagen de Juan Pablo II rodeado por gente joven. ¿Cómo no sonreír aquí al escuchar el diálogo tan alegre con los jóvenes cuando el Santo Padre bromeaba desde la ventana papal en Cracovia?
También se reflexiona sobre el paso del tiempo: Esta fugacidad tiene sentido. No podría faltar aquí la réplica del reloj de sol, que el joven Karol Wojtyła veía desde la ventana de la cocina de su casa, y el reloj original de los apartamentos papales que fue detenido el 2 de abril de 2005 a las 21:37 horas, cuando Juan Pablo II fue a la casa del Padre. Aquí también se puede ver la Biblia que sor Tobiana Sobótka leía. Cuando el Papa falleció, la religiosa marcó con una cruz el lugar donde detuvo su lectura y escribió la palabra Amén.
Una historia que continúa su curso
El 7 de junio de 2018 el Museo de la Casa Familiar del Santo Padre Juan Pablo II en Wadowice recibió al “visitante un millón”. La afortunada turista resultó ser Monika, que llegó junto con su marido a Wadowice desde Kórnik pueblito cercana a Poznan. Monika se comprometió a ser embajadora del Museo de la Casa Familiar del Santo Padre Juan Pablo II en Wadowice.
En todo el mundo hay mucho embajadores como Monika. Más del 80% de los visitantes de la casa natal de Juan Pablo II son polacos. De los extranjeros, abundan los de Italia, Francia, Estados Unidos, España, Eslovaquia, Alemania, Brasil, Austria y Gran Bretaña. El Museo ha recibido a peregrinos de más de 100 países, entre ellos Arabia Saudita, Barbados, Burkina Faso, Gabón, Cuba, Mauricio, Costa de Marfil, Nueva Zelandia, China, Zambia, Kenya y Sudáfrica.
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El Hogar Familiar del Santo Padre Juan Pablo II no sólo organiza la exposición, sino también actividades científicas y educativas. Todos los años se celebran conferencias y conciertos con motivo de los aniversarios papales, y los niños y jóvenes pueden participar en los talleres de los museos. La casa natal de San Juan Pablo II se ha convertido en un moderno foco de formación y catequesis. El cariño a Juan Pablo II ha logrado aunar muy diversas instituciones: eclesiásticas, estatales, locales y nacionales. Personas de diversas religiones y culturas se sienten movidas y unidas de todo corazón a esta iniciativa.
En marzo de 2020 en la archidiócesis de Cracovia comenzó el proceso de beatificación del matrimonio de Emila y Karol Wojtyla. También se estudia comenzar el proceso de Edmundo (1906-1932), hermano mayor de Karol, que murió muy joven por contagio en su trabajo como médico.
En los primeros años del pontificado de Juan Pablo II, refiriéndose al posible inicio de la labor del Opus Dei en Polonia, el beato Álvaro señaló: “Hay que esperar y rezar, todo llegará a su tiempo”. Era imposible imaginar en aquel entonces el trabajo que tantas personas de la Obra harían en esta tierra y el papel que algunas de ellas siguen teniendo en un museo de gran eficacia apostólica.