Algo grande y que sea amor. La vocación cristiana: búsqueda, descubrimiento, fidelidad

San Josemaría recordaba cómo, con apenas dieciséis años, descubrió que el corazón le pedía «algo grande y que fuese amor». Esta serie de artículos sobre la vocación cristiana quiere ser una ayuda para la búsqueda, el descubrimiento, y la fidelidad. El libro en papel se publicará más adelante.

«¿Quién soy yo?» es una pregunta importante. Pero mucho más importante, nos dice el Papa Francisco, es esta otra: «¿Para quién soy yo?». Nuestra identidad se nutre de lo que hemos recibido, pero toma su forma sobre todo del amor al que dedicamos nuestra vida. Amando a Dios, dejándonos amar por Él, dando este amor a los demás… descubrimos quiénes somos. La serie de artículos que se recogen en este libro quiere ser una ayuda para hacer este descubrimiento. Con los primeros discípulos de Jesús, con las enseñanzas del Papa, de los santos, de san Josemaría, podemos profundizar en esa realidad perenne: Dios nos llama; «Él tiene un plan para cada uno: la santidad».

San Josemaría recordaba cómo, con apenas dieciséis años, descubrió que el corazón le pedía «algo grande y que fuese amor». Ojalá también nosotros podamos descubrir y redescubrir —porque el amor es siempre joven, siempre sorprendente— algo grande y que sea amor.


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ÍNDICE

Introducción

I. ENCUENTRO │ «Maestro, ¿dónde vives?»

1. Jesús sale a nuestro encuentro

Primer artículo de una serie sobre el discernimiento vocacional, titulada “Algo grande y que sea amor”, porque cada hombre y cada mujer están llamados a descubrir el proyecto de Dios en la propia vida.

2. Lo que podría ser tu vida

El sueño de todo cristiano es que su nombre esté escrito en el Corazón de Dios.

3. Nuestro verdadero nombre

Nosotros somos como somos, ni más ni menos, y ese modo de ser nos hace idóneos para seguir al Señor y servirle en la Iglesia. Este texto profundiza sobre la llamada de Dios a cada uno.


II. RESPUESTA │ «Que el Señor esté en tu camino»

4. ¿Cómo se descubre la vocación?

Hay tantas historias de vocación como personas. En este editorial se muestran algunos de los hitos más frecuentes en ese camino por el que se obtiene la convicción acerca de la propia vocación.

5. Para que la música suene (la vocación al Opus Dei)

La vocación al Opus Dei es una llamada a interpretar una partitura, a tocar una música de Dios que tiene tantas variaciones como personas.

6. Quien da la vida por sus amigos (la vocación al celibato)

El secreto de un corazón célibe: dejar un amor en la tierra para llenar el mundo entero con la luz del Amor de Dios.

7. Respondiendo al amor (la vocación matrimonial)

Dios bendice la normalidad de la vida familiar y quiere habitar en ella. Un paseo por el libro de Tobías puede ayudar a redescubrirlo.

8. Más madres y padres que nunca (la vocación de los hijos)

La misión de los padres no se limita a la acogida de los hijos que Dios les da: sigue durante toda la vida, y tiene como horizonte el cielo.

9. ¿Acertaré? (caminamos acompañados en la Iglesia)

Cuando entra la inquietud en el corazón acerca de un posible camino, es natural dudar y sentir miedo: Dios nos busca y nosotros, a pesar de nuestra fragilidad, deseamos vivir con Él y para Él.


III. FIDELIDAD │ «Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto perma­nezca»

10. «¡Somos apóstoles!»

Para un cristiano el apostolado no es simplemente un encargo que supone ciertas horas; ni siquiera un trabajo importante: es una necesidad que brota de un corazón que se ha hecho «un solo cuerpo y un solo espíritu» con el Señor.

11. Caminar con Cristo hacia la plenitud del Amor

«El camino se resume en una única palabra: amar, (...) tener el corazón grande, sentir las preocupaciones de los que nos rodean, saber perdonar y comprender: sacrificarse, con Jesucristo, por las almas todas» (San Josemaría).

12. Frutos de la fidelidad

La certeza de saberse siempre con Dios es fuente viva de esperanza, de la que brotan sin parar nuevos manantiales de alegría y de paz que fecundan nuestra vida y la de los que nos rodean.