Me ayudó a encontrar la tarjeta bancaria

Cuando perdí la tarjeta, me di cuenta de que tenía una suma más o menos importante en el banco.

Photo: Pixabay (CC)

La semana pasada me di cuenta de que no tenía conmigo la tarjeta bancaria de débito en la que recibo mi sueldo. Me habían depositado la última quincena y posiblemente también el saldo a favor que sabía que tenía después de haber pagado mis impuestos. Habían pasado varios días en que no había necesitado usarla, por lo que me preocupó cuando me percaté de que alguien podría haberla encontrado y posiblemente —aunque no es tan fácil sin el código de seguridad— haber usado mi dinero.

Hice memoria de lo último que había hecho con la tarjeta y descarté haberla dejado en algún lugar: tenía la certeza de haberla guardado –la última vez que la usé– en donde siempre la llevo conmigo. Busqué y me ayudaron a buscar en todos los demás lugares “posibles” y nada... Como era tan reciente la noticia sobre Montse, acudí a su intercesión. Pensé: “Ándale, Montse, seguro que te gusta más hacer otro tipo de favores, pero porfis a mí ayúdame con este”.

abrió la caja y sacó mi tarjeta: “¿Es esta?”

Antes de reportarla como perdida decidí ir al lugar en donde había comprado un café la semana anterior. Me preocupó ver que el personal que atendía era distinto al de siempre, pues así sería más difícil que me reconocieran y dieran la tarjeta, en caso de tenerla, que, por otra parte, no lleva mi nombre sino solo el número. En cuanto me acerqué y pregunté, la persona que atendía abrió la caja y sacó mi tarjeta: “¿Es esta?”. No me pidió ni siquiera identificarme y me la dio diciendo: “Sabíamos que iba a regresar a buscarla”. Aunque haya sido un descuido por mi parte, agradezco a Montse que la tarjeta siguiera ahí y que no hayan hecho mal uso de ella.

C.E.N., 8-V-2016


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