Los sacerdotes incardinados en las diversas diócesis se unen a la Sociedad –movidos por una vocación divina, como los demás fieles del Opus Dei– para encontrar apoyo y estímulo en su búsqueda de la santidad en su ministerio sacerdotal, que abarca todas las dimensiones de su existencia.
En efecto, el mensaje del Opus Dei sobre la santificación del trabajo profesional se dirige también a los sacerdotes seculares, pues “si cabe hablar así, para los sacerdotes su trabajo profesional, en el que se han de santificar y con el que han de santificar a los demás, es el sacerdocio ministerial del Pan y de la Palabra” (A. de Fuenmayor, V. Gómez-Iglesias, J.L. Illanes, El itinerario jurídico del Opus Dei , Eunsa, Pamplona 1989, p. 289).
Este mensaje implica una radical toma de conciencia de las exigencias de santidad y apostolado derivadas del bautismo y posteriormente reforzadas en la ordenación sacerdotal, en plena conformidad con la propia condición diocesana. Los sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz reciben del Opus Dei ayuda espiritual y, sobre todo, un espíritu que lleva a valorar el don del sacerdocio ministerial en la Iglesia, descubriendo en todas las circunstancias de la vida una constante invitación al encuentro con Dios, según el ejemplo de Jesucristo, y a entregarse por amor al servicio de los hombres, especialmente de los más necesitados.
San Josemaría y el Opus Dei: un servicio a la Iglesia
El Opus Dei proporciona a sus fieles la formación adecuada para que desarrollen –cada uno en su propio lugar en la Iglesia y en el mundo– una actividad apostólica multiforme, promoviendo a su alrededor el ideal de la llamada universal a la santidad. De manera análoga, la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz ofrece a sus socios y a los clérigos que participan de sus actividades unos medios espirituales para sostener y apoyar la vida interior, la formación doctrinal y pastoral, y la unión fraterna entre los sacerdotes. Precisamente ahí está la misión de la asociación: un trabajo sacerdotal lleno de comprensión, de amor, de espíritu de servicio en favor de la Iglesia y de cada diócesis en particular; una ayuda a los presbíteros diocesanos, por quienes el Señor ha querido que el Opus Dei sienta una especial solicitud.
Esta ayuda espiritual fomenta las virtudes sacerdotales, como la caridad pastoral, que es entrega y celo por las almas (cfr. Decreto Presbyterorum Ordinis, nn. 14-17; Beato Juan Pablo II, Ex. ap. Pastores dabo vobis, nn. 15, 20-24), la piedad, la ciencia, el interés por los apostolados diocesanos, el amor y veneración al Ordinario del lugar, la preocupación por las vocaciones y por el seminario. De modo particular, aviva la práctica de una fraternidad honda con los demás sacerdotes, que lleva a promover activamente la máxima unidad en todo el presbiterio diocesano.
San Josemaría procuró, también con su predicación, despertar en todos los cristianos la responsabilidad de cooperar para que aumenten las vocaciones sacerdotales. El empeño por suscitar vocaciones corresponde a todo el pueblo de Dios y, de manera especial, a los obispos y a los sacerdotes. Por tanto, este importante aspecto aparece en el primer plano de la formación de los socios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, teniendo en cuenta las indicaciones de los Ordinarios diocesanos. Lo primero es la oración: Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies (Mt 9, 38).