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Después de vivir la JMJ de Lisboa, Pablo se quedó con algo muy claro: la Iglesia es mucho más grande y más unida de lo que a veces imaginamos. Por eso, junto con su grupo de amigos, decidió apuntarse al Jubileo de los Jóvenes en Roma en 2025. Estos meses los está aprovechando para acercarse más a Dios y cuidar su relación con Él en los encuentros de cada día, y así llegar a Roma con el corazón sintonizado con lo importante.

Pero también tiene claro que la preparación no se queda solo en lo personal. Inspirado por las palabras del Papa Francisco, Pablo no quiere ser un “joven de sofá”. Por eso se ha lanzado a “salir a la calle” y participar en un campamento con niños, transmitiendo su fe y esperanza. Su testimonio nos recuerda que vivir la universalidad de la Iglesia empieza con pequeños gestos, donde estamos, y se ensancha hasta abrazar a jóvenes de todo el mundo en Roma.