Supérate cada día.
No hacemos las cosas bien, desgraciadamente, siempre queda algún hilo suelto.
Dile a la Madre de Dios que tú no querrías eso, que tú querrías hacer las cosas perfectas, pero que somos criaturas de barro, de barro de botijo, que se rompe con el primer golpe; pero que admite unas lañas.
¿Lañas decís aquí también? Esos hierros…
Y tú y yo estamos llenos de lañas, pero ¿has visto esos cacharros con lañas? Resultan muy elegantes, casi tanto como tu corbata.
Hijo mío, no te dé vergüenza ser un pobre cacharro con defectos.
Pero lucharemos toda la vida por no tenerlos, hasta el final.
¿Verdad que sí?
Eso es amor.