Sobre todo le encomiendo mi pelea con las nuevas tecnologías, a las que he llegado con una edad demasiado avanzada para aprender. En este campo me resuelve muchas situaciones y me ayuda a trabajar con mayor rendimiento.
Por ejemplo, se me bloqueó el ordenador, seguí los pasos que indicaba el programa y estuve en espera un día entero. Cuando ya había decidido avisar al técnico, recé la oración para la devoción privada a D. José María y le dije: “Si crees que hay otra solución, házmela ver”. Pues bien, llegó a mi casa una estudiante que me pedía un comentario para sus tareas; necesitaba que le hablara de mis años de trabajo en la enseñanza.
Yo no la conocía, me lo había pedido a través de otra persona. Vio el ordenador, le comenté que no sabía resolver el problema, tocó una tecla y quedó desbloqueado. Claro que era poca cosa, pero yo no tenía ni idea de ello. Y D. José María me proporcionó el aprendizaje.
Quiero añadir que el mayor favor es haber descubierto, repitiendo la oración para la devoción privada, que a través de ella se pide ayuda para "seguir a Jesucristo y tratarlo en mis ocupaciones cotidianas, para llevar la alegría de la vocación cristiana a otras muchas almas". Este sencillo descubrimiento me impulsa a encomendarle cada día que sepa hacerlo. Y ahí, estoy notando su ayuda. Sólo por esto me merece la pena darle las gracias, sin olvidar las muchas pequeñas cosas que me resuelve.