Un día, la línea se interrumpió y, a pesar de los esfuerzos de la compañía responsable, no se reparó, con el consiguiente desorden y retrasos en el trabajo.
Después de dos semanas lo comenté con una amiga, que me dijo: "Pídele a Isidoro que lo arregle, era ingeniero. A mí me ha hecho favores increíbles. Además, tengo una estampa con reliquia que te puedo dejar". Tomé la estampa y en el trabajo recé la oración pidiéndole a Isidoro que nos ayudara. Al regresar a mediodía, encontré al encargado de los ordenadores que me decía: ¡Ya tenemos línea! Él había sufrido mucho por esta situación, al darse cuenta de la repercusión que tenía en el trabajo, y me consta que había puesto todos los medios para intentar arreglarlo.
R.P.S.