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En Youth nos hacemos muchas preguntas. Y no nos contentamos con cualquier respuesta.

Por eso, nos hemos sentado a hablar con dos personas que han dedicado buena parte de su vida a estudiar y acompañar el camino hacia la felicidad: Arthur Brooks, profesor de Harvard University, escritor y columnista en The Atlantic, y Isabel Rojas Estapé, psicóloga y divulgadora especializada en inteligencia emocional.

Desde las barreras que enfrentamos los jóvenes para ser felices, hasta el propósito de la vida o la importancia de las relaciones saludables y de prácticas sencillas para sentirse mejor cada día, nuestros invitados desmontaron en esta conversación mitos y apuntaron a lo esencial: la felicidad no es un destino, es una dirección.

Esperamos disfrutéis de esta entrevista —la primera de muchas conversaciones que queremos seguir compartiendo en Youth.


Vivimos obsesionados con “ser felices” como si fuera un trofeo que se gana y se guarda para siempre. Como si un día pudiéramos levantar la copa de la felicidad y gritar: “¡Lo conseguí!” Pero la felicidad no funciona así. No es un lugar al que llegas y te instalas, sino un camino que se recorre cada día, con días buenos, días malos y días en los que simplemente respiras y sigues andando. Así lo explican Arthur Brooks —profesor en Harvard University— e Isabel Rojas, psicóloga, en un encuentro con Youth que desmonta varios mitos muy instalados en nuestra cabeza sobre la felicidad, la vocación, la amistad y la forma en que afrontamos el conflicto.

"La felicidad no es un sentimiento, es una combinación de disfrute, satisfacción y sentido"
Arthur Brooks

Arthur lo dice sin rodeos: “La felicidad no es un sentimiento”. Y no lo dice cualquiera, lo dice alguien que enseña una asignatura de Felicidad en Harvard, una de las más solicitadas de la universidad. Para él, la felicidad es una combinación de tres “macronutrientes” —como las proteínas, los hidratos y las grasas en una comida—: disfrute, satisfacción y sentido. No se trata de acumular emociones intensas, sino de aprender a saborear lo que vives. No de tenerlo todo, sino de reconocer lo que ya tienes. No de inventarte un propósito perfecto, sino de encontrar el “para qué” en medio de la vida real. Además, añade un dato incómodo, pero liberador: “No puedes ser completamente feliz en esta vida. Solo puedes ser más feliz”. La felicidad no es un destino final, sino una dirección hacia la que caminar.

"La felicidad plena en esta tierra no existe: siempre hay un pie fuera de la manta"
Isabel Rojas

Isabel Rojas, con la naturalidad de quien lleva años escuchando a jóvenes, lanza una imagen que se queda grabada: “La felicidad es como una manta de avión: siempre deja algo fuera. O los pies, o el brazo”. Vivimos en una cultura que nos exige estar bien siempre, al 100 %, y eso nos agota. Pretender una felicidad perfecta es como perseguir un espejismo: cuanto más corres, más lejos está. Isabel señala tres errores comunes que nos roban la paz interior: creer que debemos ser felices todo el tiempo, poner la felicidad en sensaciones inmediatas que no llenan de verdad y confundir perfeccionismo con plenitud. Para ella, la clave está en la perspectiva: no es tanto lo que te pasa, sino cómo interpretas lo que te pasa. Y esa mirada cambia todo.

Arthur invita a hacer dos preguntas que, si se responden con honestidad, pueden ordenar el caos: ¿Por qué naciste? ¿Por qué estarías dispuesto a dar la vida? Son preguntas brújulas. Algunos encuentran sus respuestas en la universidad; otros, como su hijo, las encuentran en lugares inesperados, trabajando en una granja o sirviendo en los marines. No todos los caminos son iguales, y eso está bien. No tener todas las respuestas no significa estar perdido, significa que estás en camino. Buscar sentido no es un lujo: es una necesidad vital.

Isabel habla también de algo que duele reconocer: vivimos rodeados de gente, pero nos sentimos más solos que nunca. Tenemos agendas llenas de contactos, grupos de WhatsApp infinitos, pero pocos amigos con los que llorar de verdad. “La soledad no es falta de gente, es falta de conexión”, dice. La solución no pasa por tener más, sino por tener mejor: menos amigos, pero más auténticos. Conversaciones de verdad, no de escaparate. Abrazos sin defensas, no saludos de compromiso. Volver al cara a cara, a las preguntas que rascan más allá del “todo bien”, a los vínculos reales.

"Si quieres ser verdaderamente rebelde, ama a tus enemigos"
Arthur Brooks

En un mundo donde odiar sale gratis y se hace con un clic, Arthur suelta una bomba contracultural: “Si quieres ser verdaderamente rebelde, ama a tus enemigos”. No amar para justificar lo que hacen, sino para no dejar que el odio defina quién eres tú. Contó cómo, tras recibir un mensaje lleno de insultos de alguien que había leído su libro entero, en lugar de responder con rabia, respondió con gratitud. Y cambió la dinámica. El otro no supo cómo reaccionar. Amar donde no hay amor descoloca, rompe el guión, libera. “El amor es el secreto”, dice. No es debilidad, es poder en estado puro.

La felicidad no es una meta brillante al final de la carrera. Es un conjunto de pasos pequeños dados con sentido. No siempre vas a estar bien, no siempre vas a tenerlo claro, no todo el mundo te va a querer. Pero aun así puedes disfrutar, agradecer y construir con sentido. Puedes llorar acompañado. Puedes amar donde no hay amor. Y eso, aunque no sea perfecto, es infinitamente más real que la fantasía de una vida sin grietas.

La felicidad no es un destino. Es una dirección. Y cada día tú eliges hacia dónde caminas.