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Carlos y siete amigos más decidieron que querían llegar al Jubileo de los Jóvenes con el corazón en marcha. ¿Cómo? Haciendo el Camino de Santiago. Durante cinco días, caminaron desde Sarria hasta la tumba del apóstol. Entre ampollas, risas y muchas conversaciones, descubrieron que preparar el Jubileo no es solo una cuestión de maletas, sino también de ir afinando el alma.

Después de la JMJ de Lisboa, Carlos vio claro que la Iglesia es enorme y que caminar juntos —literalmente— ayuda a sentir esa unidad. Ahora, en las semanas previas al Jubileo, nos anima a hacer lo mismo: unirnos a las intenciones del Papa y de toda la Iglesia para que, cuando llegue el momento, podamos remar todos hacia el mismo horizonte.