Estoy casada desde hace tres años. Al principio de mi matrimonio tuve varios abortos. Ante la reincidencia, mi marido y yo nos encomendamos a Tomás y Paquita, que ya habían intercedido por nosotros en otras ocasiones.
Pocos meses después estaba de nuevo embarazada. Por mis antecedentes, permanecí muy controlada por los médicos. Todo parecía desarrollarse con normalidad y empezábamos a respirar, cuando se dieron cuenta de que ya no había líquido amniótico, el bebé sufría un retraso de crecimiento muy pronunciado en la cabeza y presentaba otros signos alarmantes. Los pronósticos eran sombríos y la situación compleja. Había que mantener al bebé en el útero el mayor tiempo posible para que pudiera seguir desarrollándose. Además, el niño sería probablemente discapacitado y los especialistas en ningún momento nos hicieron entrever un final positivo. Lanzamos un plan inmediato de oración. Todos nuestros parientes y amigos rezaron a Tomás y Paquita para que nuestra hija viviese.
Josephine nació muy prematuramente, a los seis meses y una semana. Poco a poco los resultados de los exámenes se fueron revelando normales. A día de hoy es una niña de cuatro meses que sonríe y es muy espabilada. Sabemos que Tomás y Paquita nos han acompañado durante estos largos meses de incertidumbre y angustia, y que han intercedido por nosotros. Escribimos para agradecérselo y para decir a los demás que su intercesión es eficaz.
M. y R. (Paris)