Buscar
Cerrar

HOPE HUNTERS

Hace un mes celebramos con el Papa León XIV el Jubileo de los jóvenes en Tor Vergata. Esos días nos encontramos con auténticas historias de esperanza que empezamos a contarte hoy.


Soy Mariam, tengo 22 años y nací en Bagdad pero vivo en los Países Bajos. Estudio nutrición y dietética.

Viajé al Jubileo de los jóvenes para encontrar la paz interior. En mi condición de refugiada, ese encuentro me impactó por el hecho de ver tantas comunidades unidas, tantas naciones con historias y orígenes diversos. La experiencia me afirmó en la esperanza, ver tantos jóvenes reunidos es una hermosa prueba de que quienes creemos en Dios no estamos locos, que Dios y su amor son reales.

He experimentado muchos milagros en mi vida, especialmente con mi familia. Mis padres han hecho todo por nosotros. Mi padre, para mí, representa a San José y puedo contarlo con un episodio. Viviendo en Bagdad, una bomba estalló fuera de nuestra casa. Muchos coches fueron bombardeados. Yo era niña y lógicamente tuve mucho miedo, pero ver a mi padre sonriendo me dio mucha paz. Recuerdo que dijo algo como: “Empieza a rezar, todo irá bien porque Dios está con nosotros, no podemos tener miedo.”

Como mi padre, también mi hermano ha sido un referente. Fue su ejemplo el que me llevó a descubrir mi vocación. Nunca había oído hablar del Opus Dei hasta que llegué a los Países Bajos. Vi cómo mi hermano, que también se trasladó a ese país, empezaba a vivir la fe, a practicarla en el día a día, lo veía rezar antes de bajar a desayunar y eso me impactó. ¡Ponerte a rezar justo cuando estás más cansado!

Empecé a hacerme preguntas sobre mi fe, especialmente cómo podría combinar mi estudio, mi trabajo y mi fe, algo que en general separamos pero que en realidad está unido. Hubo un punto del libro Camino en el que encontré mi vocación: “Una hora de estudio es una hora de oración”. A partir de ahí empecé a leer más y a actuar como mi hermano. Empezamos a rezar juntos y eso alimentó nuestra esperanza. En mi camino también fueron fundamentales los consejos de una persona de la Obra que me ayudó a ver la belleza dentro de las dificultades.

Pienso que sin esperanza no tendríamos fe, no tendríamos amor. Sin esperanza Dios no existiría…

Además del Jubileo de los jóvenes, he estado también en el encuentro UNIV. Allí pude conocer al Papa Francisco antes de su muerte y eso fue realmente especial. El Papa Francisco nos pidió pensar en la gente más pobre. De él me inspiró mucho la frase que le oí en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa: «No juzgues a la persona, mirala solo para levantarla».

Ahora el Papa León nos habla mucho de paz, pide constantemente rezar por la paz en Medio Oriente. Tal vez no veamos externamente la paz, pero pienso mucho en los mártires y en esa paz interior que no se ve y con la que murieron.