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Ser coherente con tus valores no solo es importante para que los demás confíen en ti, sino, sobre todo, para que tú mismo seas auténtico y libre.

Pier Giorgio Frassati no veía la fe como un conjunto de dogmas o rituales vacíos, sino como la fuerza que da sentido y vida a todo lo que hacemos. En una carta a un amigo, él mismo escribió con convicción que “vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, no es vivir sino simplemente existir”. Esta frase nos invita a preguntarnos qué significa realmente vivir, y cómo la fe puede transformar nuestra existencia cotidiana.

Pier sabía que la vida universitaria, con sus retos, incertidumbres y momentos de soledad, podía ser abrumadora. Pero para él, la fe era ese faro constante que iluminaba su camino, dándole esperanza y valentía para afrontar cada día. No era una realidad abstracta, sino algo que impregnaba todo: sus estudios, su amistad con los más necesitados, sus momentos de alegría y también de sacrificio.
La fe es esa fuerza que evita que simplemente “vegetemos”, que nos impulsa a comprometernos con un propósito más grande que nosotros mismos. Sin ella, muchas veces podemos sentir que la vida pierde color o sentido, y que solo “existimos”, pasando por los días sin una razón profunda que nos sostenga.

¿Qué sería vivir sin la fuerza de la fe?
A veces, ser fiel a lo que realmente creemos puede ser un reto, sobre todo cuando todo a nuestro alrededor parece decirnos que lo más fácil o popular es dejar esas convicciones a un lado. Puede que sientas la presión de “encajar”, de seguir el ritmo de los demás, o simplemente de no complicarte la vida. Pero la verdad es que ser coherente con tus valores no solo es importante para que los demás confíen en ti, sino, sobre todo, para que tú mismo seas auténtico y libre.

La fe es justamente esa mirada que invita a no quedarnos en lo superficial, a buscar un sentido más profundo en lo cotidiano.

Quizás hayas visto que cuando cedes o te alejas de lo que crees, algo dentro se resiente, y aunque parezca que todo va bien, en el fondo falta algo. Esa sensación no es casual: tu corazón está hecho para algo más grande que solo cumplir con las expectativas sociales o académicas. Y aunque a veces cueste, ser fiel a tus valores da un sentido distinto a cada paso que das, incluso a los que parecen más pequeños o rutinarios.
La fe es justamente esa mirada que invita a no quedarnos en lo superficial, a buscar un sentido más profundo en lo cotidiano. No te promete una vida sin dificultades, pero sí una compañía constante y un propósito que sostiene incluso cuando las cosas no salen como esperas. Es ese “algo más” que transforma lo ordinario en extraordinario y te permite vivir con libertad y alegría auténtica.
Esta confianza no es ingenua, sino una decisión consciente de fiarte de que, a largo plazo, la coherencia con tus valores y con lo que crees es lo que verdaderamente da sentido y plenitud. No siempre será fácil, ni rápido, ni cómodo, pero será auténtico y te permitirá construir una vida con propósito.
Por eso, mirar la vida de santos como Pier Giorgio Frassati, Carlo Acutis, la Madre Teresa o San Josemaría, no es solo admirar sus gestos grandiosos, sino descubrir que su fortaleza venía de esa confianza profunda en Dios, de una fe viva que les acompañaba en cada detalle, en cada decisión pequeña o grande. Esa misma fe puede ser el motor que te impulse a ti a vivir con sentido, a no perderte en lo urgente y a mantener los ojos en lo que realmente importa.

Preguntas para ti
● ¿En qué momentos sientes que tu vida se vuelve solo una rutina o “existir” sin sentido?
● ¿Cómo cambia tu forma de enfrentar las dificultades si te sabes acompañado por la fe?
● ¿Qué te gustaría que la fe te ayudara a transformar en tu día a día?

💡Consejos para fortalecer tu fe hoy
1️⃣ Reconoce la fe como un regalo personal.
2️⃣ Tómate un momento para agradecer que tienes la oportunidad de creer y confiar en Dios, incluso en las dudas y dificultades.
3️⃣ Busca testimonios y amigos que vivan la fe con pasión. Compartir experiencias con otros que caminan con fe puede inspirarte y fortalecer tu propio camino.
4️⃣ Dedica tiempo a la oración personal. Aunque sea breve, la oración diaria es el espacio donde la fe se hace vida y te ayuda a ser consciente de la presencia real de Dios en ti.
No temas las preguntas y los momentos de duda son parte del crecimiento y te acercan a una fe más madura y auténtica. Busca formarte bien y buscar referencias y respuestas a las preguntas que te surjan.