Para Pier Giorgio Frassati, Jesús no era un personaje del pasado ni alguien lejano al que
recurrir solo en momentos difíciles. Era un amigo cercano, un compañero de viaje y el centro de su vida. En cada decisión, en cada reto y en cada alegría, sentía Su presencia constante.
Esa certeza le daba una confianza profunda: pase lo que pase, no estoy solo.
El Evangelio recoge una pregunta que Jesús hizo a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mt 16,15). Pier Giorgio lo tenía claro. Para él, Jesús era alguien que caminaba a su lado, que daba sentido a sus sueños y le sostenía en sus luchas. No veía la fe como un conjunto de normas o un peso, sino como la relación más viva y transformadora que podía tener.
Tu vocación: vivir con Él cada día
Cuando piensas en tu futuro, en tus planes y en las decisiones que tienes delante, ¿dejas espacio para Dios? Muchas veces puede parecer que seguirle es sinónimo de renunciar a lo que te gusta o de que te pedirá algo demasiado grande. Pero la realidad es otra: Jesús no está al margen esperando a “complicarte” la vida, sino caminando contigo para que la vivas con sentido y alegría.
La vocación no es un peso ni una meta inalcanzable; es la invitación a descubrir que tu vida, tal como es, puede ser compartida con Él. Es dejar que su presencia transforme lo pequeño: un rato de estudio, una conversación con un amigo, una decisión sobre tu carrera... Cuando sabes que Jesús está contigo, hasta lo incierto se vuelve más claro y el miedo pierde fuerza.
Vivir con Jesús no significa dejar de disfrutar la vida, sino aprender a disfrutarla de una forma más plena y auténtica. Dedicarle tiempo, conocerle mejor, y dejar que su mirada —una mirada llena de amor y confianza— te ayude a verte a ti mismo como realmente eres: valioso, único, llamado a algo grande.
La vocación no es solo “algo que decidir” en un momento concreto de la vida, sino una llamada a caminar cada día con Jesús, dejando que su mirada transforme la nuestra.
Cuando te fías de Él y le dejas espacio en tus planes, descubres que la vocación no es un plan perfectamente definido, con tareas o renuncias concretas, sino el camino que más profundamente responde a tus deseos de felicidad. Dios, que te creó, sabe mejor que nadie cómo llenar tu vida de sentido. Él no te llama a ser alguien distinto a ti, sino a ser plenamente tú, en la mejor versión que soñó para ti desde siempre.
Quizás puedes empezar por preguntarte: para mí, ¿quién es Jesús?
Preguntas para pensar hoy
● ¿Cómo vivo mi relación con Jesús en lo cotidiano?
● ¿Me doy cuenta de que Él está a mi lado en cada momento?
● Con mis talentos y circunstancias hoy, ¿qué noto que me pide Jesús hoy?
● Cuando siento vértigo por el futuro, ¿lo hablo con Él?
● ¿Estoy dispuesto a responder a su llamada, empezando por lo pequeño de cada
día?
Consejos para crecer en esa amistad con Jesús
● Empieza el día acogiendo la invitación de Jesús a acompañarle: no hace falta decir mucho, solo reconocer que vas con Él.
● Busca en la Eucaristía la fuerza para seguir caminando: es el momento para recargar esa energía espiritual.
● Practica la presencia de Jesús en lo sencillo: cuando estudies, hables con amigos o enfrentes dificultades, recuerda que Él está contigo.
● Habla con alguien de confianza —un amigo, un sacerdote, un guía espiritual— que pueda ayudarte a ver que no estás solo y te acompañe en este camino de fe.






