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Alegría: efervescencia

#Fórmula1: Experimentamos esa efervescencia cuando estamos contentos

Alegría efervescente
El reactivo de la confianza total en Dios produce una alegría inmensa.

La efervescencia es la reacción química entre un ácido (reactivo) y sodio (base). Durante este proceso, algunas moléculas pasan del estado líquido al gaseoso; a eso se llama efervescencia. El ácido también es el reactivo limitante; por tanto, a mayor cantidad de ácido, mayor efervescencia.

Experimentamos esa efervescencia cuando estamos contentos. El reactivo de la confianza total en Dios produce una alegría inmensa, a pesar de sentir en nuestra vida el sodio de nuestros defectos.

Dolor, sufrimiento: enlace iónico

#Fórmula2: Dios genera un único enlace positivo capaz de mantenerse estable

Dolor, sufrimiento, enlace iónico
La atracción del amor de Dios genera un único enlace positivo capaz de mantenerse estable.

El enlace iónico produce una unión estable, difícil de romper. Es el resultado de la atracción electrostática entre iones de distinto signo, uno electropositivo y otro electronegativo, que se enlazan al captar electrones del otro.

Frente a lo aparentemente negativo –las dificultades, el sufrimiento, la incomprensión–, la atracción del amor de Dios genera un único enlace positivo capaz de mantenerse estable.

Encontrar el núcleo atómico: hacer las cosas por amor

#Fórmula3: nuestra vida encuentra su peso en nuestra unión con Dios en la Eucaristía

Núcleo atómico
Protones y neutrones nunca nos faltarán, si ponemos a Jesús –la Eucaristía– en el núcleo de nuestro corazón.

El átomo es la unidad constituyente más pequeña de la que se compone un elemento de la materia. Su núcleo está compuesto por partículas más pequeñas llamadas protones y neutrones, y en él se concentra el 99% de la masa total. También posee otras partículas, los electrones, que se mantienen en movimiento girando alrededor del núcleo.

Así como esa minúscula unidad, el átomo, tiene la mayor parte de la masa en su núcleo, nuestra vida encuentra su peso en nuestra unión con Dios en el Sagrario, en la Eucaristía.

Protones y neutrones nunca nos faltarán, si ponemos a Jesús –la Eucaristía– en el núcleo de nuestro corazón. De este modo, como los electrones, las partículas de nuestra vida, las tareas y ocupaciones de cada jornada, pueden seguir girando, porque gozan de un núcleo que les da estabilidad.

Personalidad oxigenante

#Fórmula4: El oxígeno es una molécula presente en la naturaleza y que es esencial para la vida.

Personalidad oxigenante.
La verdadera amistad potencia y llena de vitalidad nuestros días. Una personalidad oxigenante da aire.

La verdadera amistad potencia y llena de vitalidad nuestros días. Una personalidad oxigenante da aire. Es aquella que facilita, con su amistad y cercanía, que los demás tengan una vida alegre, una vida con Dios.

Flexibilidad: be water

#Fórmula5: Una persona flexible, sabe adaptarse a las nuevas circunstancias que le toca vivir

Flexibilidad: be water
Una persona flexible, aprende de los errores; afronta nuevos retos y también acompaña a quienes tiene a su lado.

El agua es un elemento esencial para la vida, sin ella no podemos vivir. La mayor parte del agua se encuentra en estado líquido, y se puede adaptar a la forma del recipiente que la contiene, es decir, es flexible. Las moléculas se mueven e interactúan entre sí y con el entorno en armonía. Sin embargo, cuando las encontramos en estado sólido son rígidas y tienen dificultad para adaptarse. Y son aún más difíciles de controlar en estado gaseoso.

La flexibilidad del agua también se podría ver en sus características: inodora, incolora e insípida. Es inodora pues no tiene prejuicios, ya que no se encierra en ningún olor. Es incolora, pues permite ver más allá de lo que quizá se ve en primer plano, ya que nada lo obstaculiza. Es insípida pues está abierta al diálogo, con una escucha activa a cualquier sabor. Cuando una persona es flexible, tiene más capacidad de disolver los problemas y encauzarlos con más armonía.

También el agua es un disolvente universal, es decir, muchas cosas se pueden disolver en ella. De esta forma, cuando una persona es flexible, tiene más capacidad de disolver los problemas y encauzarlos con más armonía.

Una persona flexible, sabe adaptarse a las nuevas circunstancias que le toca vivir; aprende de los errores; afronta nuevos retos y también acompaña a quienes tiene a su lado.