Tres preguntas

Tenía que repetir un examen que había suspendido en la primera tanda, pues no me había preparado lo suficiente, por causas que me superaban, así que esta nueva vez iba muy estudiada y con mucha confianza

Tenía que repetir un examen que había suspendido en la primera tanda, pues no me había preparado lo suficiente, por causas que me superaban, así que esta nueva vez iba muy estudiada y con mucha confianza, pues había puesto todos los medios humanos y no dudaba que desde arriba me echarían una mano para que salieran los temas que me sabía mejor (suelen hacerme el favor cuando me preparo con todo mi esfuerzo).

El examen consistía en 3 preguntas. Así que cuando el profesor dictó la primera me emocioné pues me la sabía casi de memoria. Cuando dictó la segunda me entró angustia, pues era uno de los pocos temas que no había estudiado. Me tranquilicé pensando que el siguiente y último sería de los que había memorizado de pies a cabeza y escuché atenta la tercera pregunta. Se me cayó el alma a los pies al escuchar que era el otro tema que no me había estudiado mucho. Empecé a escribir muy frustrada y, después de la primera pregunta, intenté acomodar respuestas de otros temas a las otras dos preguntas, agregando lo poco que me sabía del tema en cuestión para dejar claro al profesor que sí había estudiado y que sí me sabía la mayor parte de su materia.

Esperaba que pudiera tener algo de misericordia conmigo, sobre todo teniendo en cuenta que estoy estudiando Derecho en una lengua que no es la mía, y la materia de la evaluación era la historia del país mismo (es decir, poco contenido jurídico). Tras el examen, empecé una cruzada de oración para pedir la ayuda de Guadalupe, invitando a amigos y familia que me acompañaran. Aunque fue dura la espera –sobre todo teniendo en cuenta que, si lo tenía que repetir, tendría que pagar mucho dinero– creo que es difícil describir el alivio que sentí al recibir mi nota de aprobado.

Aclaro: no es que tuviera falta de fe, si no que este profesor tiene fama de ser muy exigente y la verdad había muy pocas (o nulas) probabilidades de que pasara el examen. Así que aunque sé que este favor poco puede hacer para la causa de canonización, quiero dejar claro que la actuación de Guadalupe en este suceso es igual de meritoria y milagrosa que si hubiera desaparecido un tumor. Esta es mi forma de agradecer a Dios y a Guadalupe. Por haberme demostrado que los milagros no solo le pasan a otras personas, sino que también me pueden pasar a mí.

M.J.E., Rumanía


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