es
Buscar
Cerrar

Nunca olvidaré mi primer encuentro con Jesús. Empezaba la tarde —eran cerca de las 4— cuando pasó junto a mí. Recuerdo que había sido un día especialmente caluroso, y las aguas del Jordán brillaban con la luz del sol. Andrés —amigo mío, también pescador— y yo hablábamos con Juan, el Bautista, sentados sobre una roca a la orilla del río.

«Este es el Cordero de Dios».

A unos 50 metros frente a nosotros, un hombre pasó caminando. A esa distancia no alcanzaba a ver bien su rostro, pero sí me dio la impresión de ser alto y de complexión atlética, acostumbrado al trabajo físico. El Bautista habló con su característica contundencia y seguridad: «Este es el Cordero de Dios».

Preguntas para considerar en tu oración

¿Cómo te imaginas a Jesús? ¿Te das cuenta de que también tiene una forma de caminar, de sonreír, de mirar?

Jesús te busca en muchos momentos a lo largo del día. ¿Cómo podrías escucharlo mejor?

    Si te soy sincero, no sé qué fue lo que me movió a seguir a Jesús en ese momento —curiosidad, ¿quizá? El caso es que Andrés y yo nos levantamos y lo seguimos. Tal vez te preguntes si no nos importó dejar a Juan solo junto al Jordán. La verdad, ni siquiera me di cuenta; seguro te habrá pasado, si eres un tanto distraído como yo.

    Yo era muy joven —aunque a mis 13 años ya me creía un hombre maduro y con experiencia— y Andrés era unos pocos años mayor que yo. No sabíamos muy bien qué hacer, y durante 20 minutos nos limitamos a caminar detrás de Él. De pronto, se paró en secó y dio media vuelta: «¿Qué buscan?», preguntó.

    Si te soy sincero, no sé qué fue lo que me movió a seguir a Jesús en ese momento —curiosidad, ¿quizá?

    Si alguna vez te han preguntado por tu película favorita, ya sabes muy bien qué se siente al no tener una respuesta. Ante la pregunta de aquel hombre joven, alto y de mirada penetrante, me quedé mudo. A mi derecha, Andrés respondió: «Queremos saber dónde vives».

    Sentí que mi estómago se encogía. ¿Qué clase de pregunta es esa? Seguro pensaría que estábamos locos y nos pediría que dejáramos de seguirlo. Pero Jesús sonrió, divertido: «Vengan a ver».

    Preguntas para considerar en tu oración

    Jesús te hace la misma pregunta: ¿qué buscas en tu oración? O, mejor: ¿a quién buscas?

    Un alma en gracia es templo del Espíritu Santo. ¿Te das cuenta que de verdad Dios vive dentro de ti? ¿Cómo podrías disponer mejor tu interior para que Él esté a gusto?

      Esa tarde en casa de Jesús la recordaré siempre. Hablamos de todo: de nuestras familias, de nuestros gustos y de nuestros sueños de pescador. Andrés hacía reír a Jesús con sus ocurrencias. Yo miraba más de lo que hablaba. Jesús, al darse cuenta de que no sabía muy bien qué decir, me preguntó por mis padres y se interesó al descubrir que soy muy bueno para hacer redes de pesca. Al despedirnos, prometimos regresar pronto.

      Mientras regresábamos a casa, Andrés comentaba con emoción: «¡Tengo que presentarle a mi hermano, Simón! Creo que se pueden entender bastante bien, y a Simón no le vendría mal platicar con este Rabí de vez en cuando».

      Hablamos de todo: de nuestras familias, de nuestros gustos y de nuestros sueños de pescador.

      Yo iba pensativo. Algo había cambiado en mi interior, pero no estaba seguro de qué era. Sentía una especie de emoción en el estómago, como si estuviera ante una aventura muy grande, aún desconocida para mí. Tendría que regresar pronto a casa de Jesús. «Bueno, pensé, «igual le presentaré a mi hermano, Santiago, que tampoco le vendría mal hablar con un Rabí ocasionalmente.

      Preguntas para considerar en tu oración

      ¿Te das cuenta de que también a ti Jesús te llama a una aventura muy grande?

      Piensa en tus hermanos, tus amigos, tus primos… ¿Tú también se los presentarías a Jesús?