Cuando hablas con un amigo tienes conversaciones triviales y comunes, se habla de cosas que queréis hacer, cosas pendientes, habláis de personas, de cómo os va en el estudio, nada especial.
La oración es igual.
Estás ahí, conversando con tu Amigo y ninguno está apurado o cansado de estar en buena compañía.
Piensa en las ganas que tiene el Señor de escucharte y de hablarte.
Perseverar en la oración cuando no se tienen ganas es una de las señales del verdadero amor: ese que se mantiene firme a pesar de las dificultades.





