Hace cien años, san Josemaría se convirtió en sacerdote. Tenía veintitrés años. A pesar de su juventud, muchos acontecimientos habían dejado en él una huella indeleble. Nacido en 1902 en Barbastro, en el norte de Aragón, Josemaría vivió sus primeros diez años en un ambiente sereno, alegre y cristiano. Sin embargo, poco después de recibir la Primera Comunión, la muerte llegó a su hogar. En cuestión de meses, tres hermanas murieron a causa de diversas enfermedades infantiles, muy comunes en aquella época. Además, la empresa de su padre quebró y la familia tuvo que trasladarse a otra ciudad, Logroño.
En medio DE LA ADOLESCENCIA, descubrió que Dios lo llamaba
Para Josemaría, la llegada a Logroño fue difícil. A la natural rebeldía de la adolescencia se sumó la preocupación por el sufrimiento de sus padres. En medio de esta crisis, descubrió que Dios lo llamaba: todo ocurrió de repente. Vio a unos Carmelitas Descalzos caminando sobre la nieve. Inició la dirección espiritual con un carmelita, quien pronto le sugirió que podría tener una llamada a la vida religiosa.
Solo pensé en el amor
Tras un período de discernimiento, Josemaría tomó la decisión de ser sacerdote secular diocesano. Se lo comentó a su padre, quien le preguntó si había pensado bien en las consecuencias de su elección:
—Es muy duro no tener una casa, no tener un hogar, no tener un amor en la tierra. ¿Comprendes el sacrificio que implica la vocación sacerdotal?
Josemaría respondió:
—Solo he pensado, lo mismo que tú cuando te casaste, en el amor.
En su interior, sabía que ser sacerdote era solo una respuesta parcial a su vocación. Había algo más que aún no comprendía y que, por el momento, permanecía oculto. Más tarde afirmaría que, entre 1918 y 1928, vivió un período de barruntos, es decir, de presentimientos de que Dios le pedía algo que aún no lograba entender.
Había algo más que aún no comprendía y que, por el momento, permanecía oculto
Pasó dos años en el seminario de Logroño. Durante ese tiempo nació su hermano pequeño, Santiago. Josemaría consideró este acontecimiento como una caricia de Dios: había rezado para que sus padres tuvieran otro hijo, de modo que su ausencia fuera menos dolorosa cuando él dejara su hogar.
Tan hermoso como enamorarse
De 1920 a 1925 vivió en el seminario de Zaragoza. Recibió la formación clásica de la época, centrada en el respeto a las normas, el ejercicio de las virtudes y la formación espiritual a través de las prácticas de la vida cristiana y el estudio de la Teología. En 1921 atravesó una crisis vocacional: el rector del seminario le sugirió que no continuara con el sacerdocio, ya que había recibido informes negativos de un seminarista encargado de evaluar la conducta de sus compañeros. Después de un tiempo de oración y acompañamiento espiritual, Josemaría se sintió reafirmado en su llamada y el rector le animó a seguir su camino en el seminario.
En 1923, Josemaría terminó sus estudios de Teología y comenzó los de Derecho. Se imaginaba a sí mismo como profesor titular de Derecho Canónico o Derecho Romano, cargos académicos que, en ocasiones, también desempeñaban sacerdotes.
En esos años, su vida interior creció. En los momentos de oración, sentía que su corazón se ensanchaba. Dijo que era "una experiencia tan hermosa como enamorarse". Más que una futura fundación, los barruntos fortalecían su relación íntima con Jesucristo:
—Empecé a barruntar el Amor, a darme cuenta de que el corazón me pedía algo grande, y que fuese amor.
Para reforzar su oración, acudía cada día a pedir la intercesión de Santa María en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar.
La ordenación sacerdotal
El 14 de junio de 1924 recibió la ordenación como subdiácono, junto con otros compañeros. Pasó el verano en la casa de sus padres en Logroño y regresó al seminario en octubre. Poco después, el 27 de noviembre, su padre murió a causa de una hemorragia. Josemaría sufrió el tremendo golpe de la muerte de su padre y pensó en abandonar el ministerio sacerdotal para ayudar económicamente a su familia. Sin embargo, decidió confiar en Dios y seguir adelante. El 20 de diciembre fue ordenado diácono.
Josemaría sufrió el tremendo golpe de la muerte de su padre y pensó en abandonar el ministerio sacerdotal
Después de la Navidad, su madre y sus hermanos se trasladaron a un pequeño apartamento en Zaragoza. Y el 28 de marzo, el obispo Miguel de los Santos Díaz Gómara lo ordenó sacerdote. Dos días después, Josemaría Escrivá celebró su primera misa en la Santa Capilla de la Virgen del Pilar acompañado por su madre, hermanos y unos pocos familiares. La ofreció por su padre.
Tras una breve estancia en el pueblo de Perdiguera, donde sustituyó a un párroco enfermo, Josemaría pasó los dos años siguientes en Zaragoza, como capellán en una iglesia de jesuitas. Cuando tenía la oportunidad, asistía a personas desfavorecidas en el barrio pobre de Casablanca, a las afueras de la ciudad. En marzo de 1927 terminó sus estudios de Derecho y se trasladó a Madrid, acompañado de su familia, para realizar la tesis doctoral.
En la capital española encontraría la respuesta a esos diez años de preparación. El 2 de octubre de 1928, mientras realizaba unos ejercicios espirituales, comprendió que Dios lo llamaba a recordar al mundo que los laicos y los sacerdotes seculares están llamados a la santidad.
Ese día nació el Opus Dei.