Hace 70 años, los tres primeros sacerdotes

El 25 de junio de 1944, hace 70 años, Mons. Eijo y Garay ordenó a los tres primeros sacerdotes del Opus Dei: Álvaro del Portillo, José Luis Múzquiz y José María Hernández Garnica. Los tres cuentan con la causa de canonización en marcha.

Website de José María Hernández Garnica

Website de José Luis Múzquiz

Website de Mons. Álvaro del Portillo

Ofrecemos un breve extracto de una biografía de don Álvaro en que se relata ese día (Fuente: Medina, J. “Álvaro del Portillo”, Rialp, 2012, p. 244 y ss).

La ordenación sacerdotal tuvo lugar, como estaba previsto, el domingo 25 de junio. Lógicamente, el acontecimiento se vivió con especialísima intensidad, oración y gozo entre los miembros del Opus Dei. El rito fue oficiado en la capilla del Palacio Episcopal. Los asistentes no cabían en el recinto sagrado y ocuparon también los espacios anejos. A las diez en punto, Mons. Eijo y Garay comenzó la solemne misa de colación el Orden presbiteral.

San Josemaría no estuvo presente en la ceremonia litúrgica: ofreció al Señor esa renuncia, como mortificación por sus hijos, y para seguir su norma de conducta habitual: “Ocultarme y desaparecer es lo mío; que sólo Jesús se luzca”. Mientras el Obispo de Madrid confería el orden sacerdotal a Álvaro, José María y José Luis, el Fundador del Opus Dei celebraba el Santo Sacrificio del Altar en el oratorio de Diego de León, ayudado por José María Albareda, y pedía con todo el fervor a la Trinidad Beatísima por la santidad de aquellos nuevos sacerdotes.

San Josemaría despide a Mons. Eijo y Garay, acompañado por los tres nuevos sacerdotes.

En 1989, Mons. Del Portillo explicó este gesto de san Josemaría en los siguientes términos: “Para nuestro Fundador, humana y sobrenaturalmente, aquel era un día de triunfo: después de tantos años de rezar y trabajar para extender la Obra, después de tanta contradicción, después de haber oído decir a muchas personas que no había solución canónica para esta ordenación de sacerdotes, llegaba el momento en que tres hijos suyos iban a ser ordenados presbíteros (...)” (Del Portillo, A. Palabras pronunciadas en una reunión familiar, 25-VI-1989: AGP, Biblioteca, P02, 1989, 711).

Acabada la celebración litúrgica, los parientes y amigos se abalanzaron a besar las manos recién consagradas de los nuevos sacerdotes (...). Joan Masià recuerda cómo fue el encuentro entre san Josemaría y don Álvaro en la Residencia de Lagasca, al volver de la ceremonia de ordenación. “El primero en entrar por la puerta lateral del jardín fue don Álvaro y le siguieron don José María y don José Luis. Nuestro Padre, que estaba sentado en un banco del jardín, apenas los vio, se levantó como movido por un resorte y fue a besar las palmas de las manos de don Álvaro que, a su vez, cogió la mano de nuestro Padre para besársela primero. Nuestro Fundador no cedió y entonces se produjo un emocionante y afectuoso forcejeo, difícil de olvidar. Como era de esperar, nuestro Padre acabó besándole las palmas de las manos a don Álvaro y, a continuación, las de los otros dos” (Testimonio de Joan Masià Mas-Bagà, AGP, APD T-0503, p. 2).