Francisco García Rubio, 61, nació en Jaraicejo, Cáceres. Empezó a trabajar de pescadero a los 14 años, en el mítico 1968. Poco después se pasó al mundo de la construcción, y más tarde, en 1978, consiguió un puesto de acomodador en el teatro Calderón de Madrid. Allí aprendió a soldar, lo que le sirvió para cambiar de nuevo de trabajo: esta vez su destino será una fábrica ferroviaria, en 1988.
Entre los trenes, a través de un amigo, escuchó por primera vez el nombre de Isidoro, quien precisamente también trabajó en empresas de ferrocarriles. Y fue un tren que ya no dejó escapar. Ahora, y desde hace unos años, trabaja en el centro educativo Tajamar.