Tras su primer encuentro con san Josemaría el 25 de enero de 1944, Guadalupe acudió a menudo el centro del Opus Dei de la calle Jorge Manrique donde conoció a las primeras mujeres de la Obra. Encarnita Ortega, una de ellas, recordaba: “me impresionó, además de su alegría y sencillez, su ilusión profesional y su carácter decidido”.
De este modo Guadalupe fue descubriendo en el espíritu de la Obra un camino para tratar a Dios en medio de las circunstancias cotidianas. Aprendió a hacer oración —como un diálogo personal e íntimo con Dios—, y comenzó a hacer un rato de lectura espiritual junto con otros actos de piedad, que fue incorporando paulatinamente a su día a día.
Del 12 al 17 de marzo, Guadalupe participó en un curso de retiro en la misma casa de Jorge Manrique. Al ver que la mayoría de las asistentes le pedía a don Josemaría hablar con él, vio pertinente hacer lo mismo. Sin saber cómo iniciar, le dijo con toda sencillez: “Me gusta mucho san Juan de la Cruz”. Guadalupe recordaba cómo el sacerdote salió al paso de su dificultad para expresarse y le dio algunos consejos para mejorar en su vida espiritual. Dirigió entonces la conversación hacia el tema de la vocación, del que ella había hablado en el primer encuentro.
En esos días de retiro, la luz de la llamada de Dios que había aparecido el 25 de enero quedó confirmada en su corazón. Guadalupe anotó en su agenda[1] el día 15 de marzo: “Hablé con el Padre [san Josemaría] y decidí entrar en la Obra”. La siguiente anotación es del día 19: “Fiesta de San José. Escribí solicitando ser admitida en la Obra”.
En unas breves y concisas líneas, expresó por escrito a san Josemaría su deseo de pertenecer al Opus Dei, siguiendo la llamada divina, y de invertir sus mejores energías en esta empresa sobrenatural, con el auxilio de la gracia. No faltó una referencia al Santo Patriarca, en el día de su fiesta: “Padre, le pido como la mayor gracia que se me puede conceder, ser admitida en la Obra, ya que Dios en su gran bondad quiere que trabaje en ella con todas mis fuerzas, lo que prometo cumplir con la ayuda de Dios, y de la Virgen Santísima, y de San José, a quien desde hoy considero como mi especial protector en el cielo”.
[1] AGP, GOL E-00207