He palpado con mis manos la intercesión del doctor Ernesto Cofiño

Lejos de Guatemala, en Italia, redescubrí el valor de mis raíces y la figura del Dr. Ernesto Cofiño. Por su intercesión recibí un favor muy grande: la notable recuperación física y espiritual de mi padre.

El doctor Ernesto Cofiño ha sido alguien que siempre ha estado presente en mi vida. No recuerdo cuándo fue la primera vez que oí hablar de él, pero su historia, fama de santidad, incluso su fotografía me fue siempre muy familiar.

En el año 2021 salí de Guatemala para continuar con mis estudios en Italia, y al estar lejos empecé a valorar muchos tesoros de mi país: las tradiciones, los paisajes, la comida y, principalmente, su gente. También empecé a admirar mucho más la figura del doctor Cofiño. Con frecuencia, al hablar con alguien y mencionar mi nacionalidad, inmediatamente decían: “Guatemala, ¡del país del doctor Cofiño!” Y empezaban a contarme anécdotas sobre su intercesión en situaciones de todo tipo. Me sorprendió saber que algunas familias incluso celebraban el día de su cumpleaños. Yo no acudía a él con frecuencia, no celebraba ningún evento relacionado con su persona, y tampoco pensaba que fuera a escucharme, hasta que empecé a pedirle por mi papá.

En el año 2018, sin ningún precedente, mi papá había empezado a tener dificultades de movimiento, de forma que no coordinaba los brazos al caminar, arrastraba un pie en ciertos momentos y, al estar dentro de espacios pequeños, todo se le hacía más difícil. Por distintos motivos, hasta dos años después empezamos a hacer consultas con distintos neurólogos para que pudieran darle un diagnóstico claro de su enfermedad. Pasaron cuatro años y no empeoraba, pero tampoco mejoraba.

EL APOYO QUE PODÍA DAR A MI FAMILIA DESDE LA DISTANCIA ERA REZAR TODOS LOS DÍAS AL DOCTOR COFIÑO

En mayo de 2022, por recomendación de un amigo, mi papá acudió a otro médico, quien le dio un diagnóstico bastante certero: lo que tenía era Parkinson. Debido a que recibí la noticia estando fuera de Guatemala, pensé que el apoyo que podía dar a mi familia desde la distancia era rezar todos los días al doctor Cofiño. Pensaba que, al ser de Guatemala, médico y con el mismo nombre que mi papá, nos tenía que ayudar.

Empecé a rezarle pidiendo su recuperación física, y poco después comprendí que debía rezar también por su recuperación espiritual. Aunque él es católico, estaba lejos de la fe, y si iba a Misa lo hacía solamente para acompañarnos; en ningún caso comulgaba. Al ver la evolución de la enfermedad, mi mamá pensó que se iba a morir y yo pedía que, si moría, quisiera recibir los sacramentos. La reacción que yo esperaba y que me parecía lógica, era que él se alejara aún más de Dios, pero para mi sorpresa, durante esa temporada, se confesó y empezó a comulgar los domingos, rezaba el Rosario con mi mamá y la acompañaba a Misa durante la semana.

A la vez, debido a que su salud no mejoraba, en diciembre de 2022 mi papá quiso probar un tratamiento alternativo en otra clínica, que permitió cierta mejoría, sin embargo, pasaron los días y el deterioro fue notable: perdió su autonomía, dejó de conducir, no podía girar la cabeza, arrastraba los pies al caminar, se cansaba al recorrer distancias cortas, necesitaba de alguien que estuviera con él en todo momento.

EN UNAS SEMANAS MI PAPÁ YA HABÍA RECUPERADO GRAN PARTE DEL MOVIMIENTO Y EN AGOSTO DE 2023 YA HABÍA RECUPERADO EL MOVIMIENTO EN LAS PIERNAS Y BRAZOS, CAMINABA CON NORMALIDAD, INCLUSO CONDUCÍA.

A pesar de que mi papá se resistía a volver con el neurólogo, en marzo de 2023, gracias a la insistencia de mi mamá, recibió una consulta con él en la casa. Al ver cómo estaba mi papá, se preocupó mucho, y le explicó que el cambio hacia el tratamiento alternativo pudo provocar que su cuerpo ya no respondiera al medicamento inicialmente recetado. Hicieron pruebas con pequeñas dosis y afortunadamente el cuerpo empezó a responder. En unas semanas mi papá ya había recuperado gran parte del movimiento y en agosto de 2023 ya había recuperado el movimiento en las piernas y brazos, caminaba con normalidad, incluso conducía. Así, el medicamento que no le había hecho efecto en un inicio, ahora estaba dando resultados.

Fue durante esos meses de recuperación cuando viajé a Guatemala para acompañarlos, y pude notar en primera persona los frutos de mi oración al doctor Cofiño. Para mi sorpresa, mi papá fue conmigo a Misa todos los días y comulgó a diario, incluso hicimos algunos ratos de oración juntos. No me lo podía creer, lo único que pedía era que muriera en gracia, pero Dios me regaló verlo vivir la fe. Junto a este gran cambio, mejoró su carácter, empezó a ser más detallista y comprensivo.

El 14 de diciembre de 2023, día en que el doctor Ernesto Cofiño fue declarado venerable, a mi familia y a mí nos dio muchísima alegría. Sé que él nos ha guiado para estar con los médicos adecuados y que ha intercedido para que mi papá no solamente tenga una recuperación física, sino también espiritual.