Ilona, Finlandia: «Me gusta pensar en mí misma como alguien con sisu»
El sisu es una palabra finlandesa que se traduce como perseverancia, valentía o determinación. Ilona representa bien este concepto: nacida en un país donde los católicos son una minoría, sueña con cambiar el mundo a través de su trabajo como académica. “Desde la estadística, con datos, hago frente a la polarización. No todo es blanco o negro”, asegura.
Shiró, Kenia: «Ningún hombre es una isla... nos necesitamos los unos a los otros»
A Shiró le hace feliz estar entre la gente: “Necesito a las personas, y sentir que ellas me necesitan hace que quiera dar lo mejor de mí misma.” Esta apertura le llevó a empezar estudios relacionados con la salud y más adelante de hostelería y restauración en su país, Kenya. También comenzó una iniciativa social para ayudar a niños de la calle. Todas estas experiencias le confirmaron en su vocación al Opus Dei como numeraria auxiliar.
Luli, Argentina: «La Obra me ayudó a sacar mi propia personalidad, nunca a aplastarla»
Luli tiene 38 años y es originaria de Corrientes, Argentina. A lo largo de su trayectoria, ha cultivado una profunda relación con la gente, destacando su pasión por escuchar, compartir y aprender de las experiencias de los demás. Esta faceta de su vida, que antes no era tan prominente, se ha convertido en uno de los aspectos más enriquecedores de su vocación a la Obra como numeraria auxiliar.
Mariana, Argentina: «Conocí el Opus Dei por una persona que no siguió en la Obra»
Mariana es de la provincia de Buenos Aires, pero ha vivido durante 13 años en tres países de Europa: “conocí una gran cantidad de personas con mentalidades y formas de ser muy diversas”, asegura. “Esto me permitió aprender sobre otros modos de vivir y expandir mi perspectiva.” La propia elección de vida como numeraria auxiliar en el Opus Dei le ha permitido conocer a más personas y dar un lugar en su corazón a muchas más.
Kele, Argentina: «Es una regalo de Dios disfrutar lo que uno eligió»
Kele estudió Técnica Auxiliar en Gastronomía y Nutrición. Al conocer el Opus Dei, afirma, “fue todo un descubrimiento, porque no conocía nada y no sabía que, con total naturalidad, podía meter a Dios en mis cosas”, incluso en “las salidas que hacía con mis amigas.”
Dani, Bolivia: «¡Quién no tiene exigencias en su vida!»
Dani se define como una persona muy competitiva, que siempre aspiraba a más en la vida. Ahora sigue apuntando bien alto, pero desde otra perspectiva: “El Opus Dei para mí ha significado un cambio total en mi vida, porque me ha dado otra visión acerca de para qué estamos acá en el mundo”.
Inma, España: «Cada decisión me ha ayudado a entender quién soy y dónde está mi lugar»
Inma vive en Valencia y es la segunda de siete hermanos. Fue numeraria auxiliar del Opus Dei durante un tiempo. Tras un período de reflexión y oración, entendió que su lugar no estaba ahí: “Me costó mucho porque yo adoro la vocación de numeraria auxiliar”.
Ale, Bolivia: «Pensé en esos momentos en los que había sido feliz, y recordé mis años en el Opus Dei»
Ale es boliviana, madre de dos hijos, psicoterapeuta y médica. Ha dedicado gran parte de su vida al servicio social. Inspirada por la enseñanza de san Josemaría, comprendió que la pobreza no solo es material, sino también la falta de amor y de Dios. Junto con su marido decidió dedicarse a la rehabilitación social. Cuando éste murió en un accidente, Ale se dio cuenta de que debía continuar, apoyada en su fe.
Mª José de los Ángeles, España: «He aprendido a encontrar sentido y gratitud en cada decisión difícil que he tomado»
Mª José ha sido agregada del Opus Dei durante 20 años y hace unos cinco aproximadamente dejó de ser parte de la Obra. “Aunque fue una decisión muy dolorosa, he estado muy acompañada y, por supuesto, he sido muy libre. Qué bonito es pensar que cada vocación tiene una misión que es más trascendente que el reloj”, afirma.
Mª Ángeles, España: «Echo un poco la vista atrás, y pienso que tengo una vida plena»
Mª Ángeles conoció el Opus Dei por casualidad, cuando una profesora del instituto de su pueblo le habló de la oportunidad de vivir en un Centro de Estudio y Trabajo (CET). Allí aprendió sobre todo tres cosas: “Primero, a compatibilizar el estudio y el trabajo, a aprovechar más el tiempo porque en casa no pegaba mucho sello. Luego me ayudó a conocer lo que es la vida cristiana vivida con coherencia. Y la tercera cosa, que condicionó luego el descubrimiento de mi vocación, fue conocer el Opus Dei desde dentro