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Es justo y necesario: la justicia (I)

La justicia empieza por nuestra relación con Dios, que encuentra su enfoque exacto en una actitud clave: agradecimiento. Editorial de la serie sobre virtudes “Muy humanos, muy divinos”.

Agregadas, agregados: raíces profundas y altas ramas

La vocación al Opus Dei como agregada y agregado: un campo ilimitado de posibilidades.

Muy humanos, muy divinos (XIX): Para dar lo mejor de cada uno

Las virtudes dan brillo a nuestra personalidad y nos hacen flexibles para descubrir el bien en las diversas situaciones cotidianas.

Muy humanos, muy divinos (XVIII): Libertad interior, o la alegría de ser quien eres

Encontrar su centro en el amor de Dios es todo lo que necesita nuestra libertad para convertirnos en personas únicas, felices, que no se cambiarían por nadie.

Como en una película con el joven rico: «Entrar en la Vida»

En el Evangelio tienen lugar sucesos que desconciertan. Aparecen personajes con historias que no son precisamente redondas, sino que acaban con un poso de amargura. Uno de ellos es el joven rico. Sin embargo, es precisamente a través de la tristeza del relato lo que permite a Dios ofrecer motivos para la esperanza.

Evangelio

Muy humanos, muy divinos (XVI): La obediencia, apertura del corazón

Permanecer abiertos a la voz de Dios nos ensancha el corazón; nos permite estar, como Jesús, en las cosas de nuestro Padre.

Muy humanos, muy divinos (XV): Sencillez, para ver claro el camino

Sabernos mirados por Dios y vivir en el presente: dos actitudes para hacer que nuestra vida sea más sencilla.

“¡Vale la pena!” (V): En su pureza original, en su novedad radiante

El Señor prometió que el Espíritu Santo acompañaría a su Iglesia para que fuera fiel, es decir, atenta a transmitir lo recibido en un diálogo permanente con cada época. Ese es también el modo en que el Opus Dei camina a lo largo de la historia.

“¡Vale la pena!” (IV): De generación en generación

Con el avance de los años y de las generaciones, la familia del Opus Dei está llamada a ser fiel al regalo que Dios hizo al mundo el 2 de octubre de 1928, un carisma «viejo como el Evangelio, y como el Evangelio nuevo».

Como en una película: «Vivir de fe»

En la multiplicación de los panes y los peces, Jesús invita a los apóstoles a no vivir según sus propios cálculos humanos, sino confiando en el don divino.

Evangelio