Opus Dei

Sexta reflexión para meditar durante los siete domingos de san José. Los temas propuestos son: dificultades y creatividad en la vida de José; la actitud ante los problemas de una familia corriente; acoger la luz de Dios en lo ordinario.

Reflexión para meditar el sabado después del miércoles de Ceniza. Los temas propuestos son: la limosna que surge de un corazón puro; San Mateo dejó todo y entregó su vida; amar a Dios y al prójimo.

Reflexión para meditar el viernes después del miércoles de Ceniza. Los temas propuestos son: recordar el paso de Dios por nuestra vida; el ayuno es manifestación de un deseo interior; Jesús indica el sentido del ayuno.

La vida de Jesús no estuvo libre de dificultades. Antes de comenzar su ministerio público pasó cuarenta días de ayuno y de penitencia en el desierto, donde sufrió las tentaciones del demonio. Aquella experiencia nos puede mostrar un camino para ver las dificultades como oportunidades para madurar nuestra vocación cristiana.

El camino que recorremos junto a Dios está marcado tanto por tiempos de bonanza como por dificultades y fatigas. La fidelidad al plan de vida no consiste en aspirar a conseguir una «ejecución perfecta», sino en permanecer en el amor de Dios, y encontrar en él nuestro descanso.

Reflexión para meditar el jueves después del miércoles de Ceniza. Los temas propuestos son: una oportunidad para convertirnos; la conversión es un don que podemos pedir a Dios; tomar la cruz de cada día.

Reflexión para meditar el Miércoles de ceniza. Los temas propuestos son: la Cuaresma es un tiempo de conversión; oración, limosna y ayuno; un constante volver a la casa del Padre.

Reflexión para meditar el martes de la 8.ª semana del Tiempo ordinario. Los temas propuestos son: Jesús llama al desprendimiento; dejarlo «todo» incluye también aspectos interiores; Dios no se deja ganar en generosidad.

Reflexión para meditar el lunes de la 8.ª semana del Tiempo ordinario. Los temas propuestos son: los mandamientos son el camino hacia la felicidad; en Cristo, Dios sale a nuestro encuentro; podemos aceptar o no la invitación de Jesús.

La fiesta de San José pone ante nuestra mirada la belleza de una vida fiel. José se fiaba de Dios: por eso pudo ser su hombre de confianza en la tierra para cuidar de María y de Jesús, y es desde el cielo un padre bueno que cuida de nuestra fidelidad.