«Tenemos que estar contentos pase lo que pase»

Mons. Fernando Ocáriz estuvo en Zaragoza, del 29 de marzo al 1 de abril. Durante esos días visitó la Basílica del Pilar y se reunió con varios grupos de personas llegadas desde Logroño, Huesca, Teruel y de la propia Zaragoza.

Viernes 29 | Sábado 30 | Domingo 31


Viernes 29: Rezando en El Pilar, como San Josemaría

El prelado del Opus Dei comenzó el viernes 29 una visita pastoral a la ciudad de Zaragoza, la ciudad donde se forjó la vocación al sacerdocio de San Josemaría, y que alberga lugares especialmente importantes en su biografía.

Allí pudo encontrarse con fieles y cooperadores de la Obra junto a muchos jóvenes y familias, que le acompañaron siguiendo las huellas del fundador del Opus Dei en la capital aragonesa. Tras acudir a saludar a la patrona, se desplazó al Palacio Arzobispal para saludar al arzobispo de la ciudad, monseñor Vicente Jiménez.

Monseñor Fernando Ocáriz llegó a media tarde en tren desde Madrid, tras viajar desde Roma en avión acompañado por varias Cintas de la Medida de la Virgen del Pilar que le entregaron antes del viaje. En cuanto llegó a la capital aragonesa, el prelado acudió directamente a rezar ante la imagen de la patrona de Zaragoza, en la Santa Capilla, como hicieran tanto san Josemaría como el beato Álvaro del Portillo y más tarde monseñor Javier Echevarría.

El prelado fue invitado a besar la imagen de la Virgen después de la bienvenida de varios canónigos y del saludo del penitenciario, don Pedro José Gracia, que le dirigió ante los fieles unas palabras llenas de cariño.

Palabras del prelado del Opus Dei en el libro de visitas de El Pilar

Minutos después escribiría en el libro de visitas de El Pilar unas palabras que explican el contenido de su estancia en Zaragoza siguiendo las huellas de san Josemaría, quien vivió en la capital aragonesa entre 1920 y 1927. Don Fernando dejó escrito: “Con gran agradecimiento a la Santísima Virgen del Pilar, he rezado a Ella por la Santa Iglesia, por el Papa y por todo el Opus Dei, acudiendo también a la intercesión de San Josemaría. Recordando los años que vivió San Josemaría en esta ciudad y lo mucho que aquí rezó, pido también a la Virgen por toda la ciudad de Zaragoza”.

Lugares de San Josemaría

La Santa Capilla fue el lugar donde san Josemaría celebró su primera Misa solemne, el 30 de marzo de 1925. Y en un ámbito muy cercano se encuentran nombres y lugares entrañables para la historia del fundador y del Opus Dei. La Universidad Pontificia, en la Plaza de La Seo, el Seminario de San Francisco de Paula, y el Seminario Sacerdotal de San Carlos, donde se formó y vivió.

Una placa colocada recientemente en el antiguo seminario de San Carlos recuerda desde hace unos meses la profunda vinculación del fundador del Opus Dei con el histórico edificio

San Josemaría siempre recordaría la Biblioteca de San Carlos, en la que pudo adquirir una formación y cultura muy sólidas. O las calles Urrea y Rufas, donde vivió con su familia, cuando llegaron en 1920 desde Logroño. También Don Jaime I, 44, sede del Instituto Amado, donde dio clases para tener algún ingreso económico. Todas estas calles y lugares fueron recorridas habitualmente por el joven seminarista y después estudiante de Derecho, que a diario visitaba a la Virgen del Pilar.


Sábado 30: En el seminario de San Carlos

El sábado monseñor Ocáriz concelebró la Eucaristía [leer la homilía] en una de las más importantes joyas del barroco de Aragón, la iglesia del antiguo seminario de San Carlos, donde San Josemaría fue ordenado sacerdote el 28 de marzo de 1925. El prelado agradeció la placa colocada para recordar que fue entre esas paredes, donde germinó la semilla de la vida espiritual del fundador del Opus Dei. Por la tarde, Mons. Ocáriz mantuvo varios encuentros con jóvenes de Zaragoza, Huesca, Logroño y Teruel.

Esa placa recuerda desde hace unos meses la profunda vinculación del fundador del Opus Dei con el histórico edificio, construido sobre una antigua sinagoga en el siglo XVI: “Aquí vivió, se formó y se ordenó sacerdote San Josemaría Escrivá de Balaguer”, reza la placa. El mismo san Josemaría refirió en alguna ocasión: “en esta casa de San Carlos he recibido yo la formación sacerdotal. Aquí, en este altar, yo me acerqué tembloroso para coger la forma sagrada y dar por primera vez la Comunión a mi madre”. Como es sabido, también recibió el diaconado en San Carlos, el 20 de diciembre de 1924.

Oración en una joya barroca

Estos recuerdos estaban en la memoria del prelado y del casi medio millar de personas que abarrotaban el sábado a las 12 la Eucaristía celebrada en la Iglesia del Real Seminario de San Carlos, testigo de la ordenación sacerdotal de san Josemaría y de mucha oración ante el Santísimo y la imagen de la Inmaculada que preside el retablo de esta joya barroca de la arquitectura religiosa zaragozana.

El himno a la Virgen del Pilar cerró una ceremonia muy emocionante, cantada por la Capilla de Música Nuestra Señora del Pilar, dirigida por José María Berdejo y con Juan San Martín al órgano. Entre otros concelebrantes figuraron don Carlos Palomero, director de la Casa Sacerdotal de San Carlos, y el rector de la Iglesia, don Carlos Tartaj, junto a don Ramón Herrando, vicario regional del Opus Dei y don Pablo Lacorte, vicario del Opus Dei en Zaragoza.

En la homilía el prelado puso como ejemplo la vida de oración perseverante de san Josemaría, y animó a los presentes hacer una oración desde la necesidad de ser ayudado, con acciones de gracias y petición de perdón. En el aniversario de la primera misa de san Josemaría, monseñor Ocáriz habló de la Eucaristía y de mirar a la Cruz pegados a la Virgen.

Aragoneses por el mundo

El prelado se reunió durante la tarde con varios grupos de jóvenes de Zaragoza, Huesca, Teruel y Logroño, a los que pidió oraciones por el Papa Francisco –de viaje estos días en Marruecos–, y a los que animó a aprovechar la formación cristiana que reciben gracias al Opus Dei para identificarse con Jesucristo, estar alegres y ser coherentes con la fe aunque a veces suponga ir contracorriente.

“El Señor quiere que estemos contentos. Cada uno de nosotros es una persona que interesa al Señor. Para todos tiene un plan; tiene deseos. Tiene el deseo de que seamos felices”, explicó el prelado. El secreto de esa felicidad, según monseñor Ocáriz, es el servicio. “Servir es lo que hace feliz a la gente. El egoísmo, en cambio, no da la felicidad. San Josemaría dice en una de sus homilías que la tristeza es la escoria del egoísmo; en cambio servir, darse a los demás, produce una gran alegría”, subrayó.

El prelado animó a los jóvenes a vivir contentos aunque tengan errores y defectos, “porque el Señor nos quiere como somos”

Los jóvenes prepararon varias sorpresas para monseñor Ocáriz, entre otras un saludo de un puñado de personas de Aragón repartidas por distintos países del mundo y que no podían acompañarle físicamente en las tertulias. Así, a través de un vídeo, le saludaron desde lugares tan distantes como Costa de Marfil, Normandía, Japón, Jerusalén o Cambridge.

Contentos ante las dificultades

El prelado animó a los jóvenes a vivir contentos aunque tengan errores y defectos, “porque el Señor nos quiere como somos”, y aunque se vean obligados a ir contracorriente. “Contracorriente fue Jesús. Contracorriente fueron los apóstoles y todos los que han querido ser fieles al Señor. Contracorriente, no por nuestras fuerzas sino porque el Señor está con nosotros", incidió.

Mariu, la decana del colegio mayor Peñalba, le preguntó cómo afianzar su fe, y don Fernando le recordó que la fe es un don de Dios, y que “todos experimentamos cierta oscuridad en la fe. Los apóstoles sienten la necesidad de tener más fe y se la piden al Señor. Cuando sientas que tu fe es un poco floja: Señor, auméntame la fe”.

Varias intervenciones llegaron desde residentes o antiguos del colegio mayor Miraflores. Steven, estudiante de 4º de Derecho contó la influencia en su vida de la JMJ de Cracovia, mientras que Saif, musulmán, nacido en Marruecos, agradeció la formación que reciben a través del Opus Dei los voluntarios que le ayudan desde hace años en un proyecto social de la ONG Cooperación Internacional.

Especial emotividad tuvo la intervención de Javier, Echechi, que sufre una discapacidad que le limita mucho y le obliga a una dependencia permanente. Ayudado por su hermano Nacho, agradeció el cariño que recibe en el Club Jumara, “mi segunda familia” y preguntó qué puede hacer como agradecimiento. El Padre le dijo: “muchísimo, reza, ofrece las dificultades, que el Señor acoge y les da un gran valor. El te quiere muy cerca de la Cruz y así eres muy eficaz, que Dios te bendiga”.

También le entregaron al prelado un dibujo con diez sueños para recorrer los próximos diez años hasta el centenario del Opus Dei, que Mons. Ocáriz les devolvió con esta dedicatoria, usando palabras de San Josemaría: “Soñad y os quedaréis cortos”. Junto con el dibujo, le dieron un donativo para ayudar a Venezuela. Dos hermanos de Logroño, del Club Glera, Ignacio y Javier, le ofrecieron además una botella de vino de Rioja, un crianza de 2015.


Domingo 31: “Tenemos que estar contentos pase lo que pase”

Monseñor Fernando Ocáriz se reunió el domingo con varios grupos de personas llegadas desde Logroño, Huesca, Teruel y de la propia Zaragoza, a quienes habló de la necesidad de vivir siempre alegres y de reconquistar la libertad para amar y hacer el bien. El prelado saludó además al comité directivo de los colegios Montearagón y Sansueña, a representantes de las escuelas de formación agraria y las asociaciones de padres y madres, y charló con un buen número de familias.

El escenario de los encuentros del domingo fue el pabellón del colegio Montearagón, decorado para la ocasión por Alberto Fantova y su mujer, Carmen Pilar Rodríguez, con una gran ilustración de la Virgen del Pilar y otros motivos alusivos a las diferentes ciudades de Aragón y La Rioja. El prelado charló un rato con los dos diseñadores y conoció a sus hijos.

Félix, un niño síndrome de Down, se abrazó al prelado y le regaló, de parte de su familia, una trenza de Almudévar, un dulce típico de la provincia de Huesca

A la salida de una de las tertulias, un grupo llegado desde Teruel obsequió a monseñor Ocáriz con un jamón. Félix, un niño síndrome de Down, se abrazó al prelado y le regaló, de parte de su familia, una trenza de Almudévar, un dulce típico de la provincia de Huesca.

En el hall principal, junto al oratorio, don Fernando pudo contemplar los paneles de la nueva exposición sobre Guadalupe Ortiz de Landázuri, que podrá ser vista en colegios y entidades de todo el mundo, y saludar a numerosas familias. Algunas profesoras le hicieron entrega de un cuadernillo elaborado para un concurso de química que se ha organizado en torno a la futura beata, y le invitaron a resolver los problemas propuestos.

Disponibles como San Josemaría

En las tertulias el prelado compartió la alegría vivida el día anterior al celebrar la misa en la iglesia del seminario de San Carlos, recordando al fundador del Opus Dei, que vivió allí cuatro años y medio y que allí se hizo sacerdote, y considerando “tantísima oración que hacía en esa iglesia cuando intuía que el Señor quería algo de él y no sabía lo que era”. Don Fernando recordó cómo San Josemaría repetía entonces las jaculatorias Domina ut sit!, y Domine ut videam!, y, sin saber lo que Dios quería de él, ponía “el futuro y la incertidumbre en manos de Dios”.

“Tenemos que tener, dentro de nuestros límites, el deseo y la disposición firme de tener la misma disponibilidad que San Josemaría; decirle a Dios: Señor, estoy a lo que tú quieras”, instó monseñor Ocáriz, que recordó que la única fuerza del cristiano y la más importante para cualquier empresa es la oración.

El domingo por la tarde, monseñor Ocáriz se reunió también con fieles de la prelatura y sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Saludó además a Juan, que recientemente protagonizó una carrera de 24 horas, con 172,2 kilómetros, en la pista de atletismo del colegio. Estuvo además con varios párrocos. Uno de ellos se llevó una imagen de san Josemaría que se colocará en la parroquia de San Pedro Arbués y que don Fernando bendijo.

El prelado pidió de nuevo oraciones por el Papa y a una pregunta de Carlos, sacerdote diocesano de Zaragoza, dijo que “la Iglesia es sobre todo Jesucristo, con toda su fuerza salvadora”. Pidió además a todos oración y preocupación por las vocaciones sacerdotales, “sin miedo a plantear la posible vocación” y teniendo en cuenta que “sin Eucaristía no hay Iglesia y sin sacerdotes no hay Eucaristía”.
El deseo de impulsar la tarea evangelizadora estuvo presente en varias
preguntas, como la de Jesús, que vive en Calatayud. El Padre le animó a ser muy amigo de sus amigos, porque “la amistad es una forma del amor que implica el deseo del bien para el otro. Queremos a la gente porque queremos a Cristo”.

A media tarde se dirigió también al colegio Sansueña, donde fue recibido por el comité directivo. El prelado bendijo las instalaciones de Educación Infantil, escribió una dedicatoria y charló con los responsables de las asociaciones de padres y madres.

Alegres, pase lo que pase

El prelado aprovechó la celebración litúrgica del domingo Laetare de Cuaresma para volver a hablar de la necesidad de vivir con alegría. “Toda nuestra vida tiene que estar impregnada de alegría, también cuando es momento de penitencia, cuando hay motivo de sufrimiento, cuando las cosas cuestan. Me viene a la cabeza aquella expresión de San Josemaría: No es lícito pensar que sólo podemos hacer con alegría el trabajo que nos gusta. Podemos y debemos hacer con alegría todo”, subrayó.

En el hall principal, junto al oratorio, don Fernando pudo contemplar los paneles de la nueva exposición sobre Guadalupe Ortiz de Landázuri, que podrá ser vista en colegios y entidades de todo el mundo

“No nos podemos desalentar nunca por las dificultades. Ni por las dificultades que encontremos en nosotros, ni por las del ambiente en el trabajo o donde sea. Tenemos al Señor con nosotros. Tenemos que tener siempre alegría, estar contentos pase lo que pase. Porque siendo muy poquita cosa, la alegría no la fundamentamos en ser superhombres o supermujeres. No la fundamentamos en la conciencia de que hacemos las cosas bien, sino en que Dios nos quiere con locura. Y esa es la fuente de nuestra alegría de verdad”, explicó.

Aunque el cristiano se vea en la tesitura de ir contracorriente, el prelado señaló que “es lo normal”, y recordó que don Javier Echevarría decía a menudo: “¡Cuánta gente buena hay en el mundo! También hay ignorancia, pero mucha gente buena que nos está esperando”.

Reconquistar la libertad

Mons. Ocáriz aprovechó la pregunta que le formuló Teresa, oftalmóloga, para hablar de cómo hacer compatible la libertad y la entrega a Dios. “Cuando vemos lo que cuesta, lo que nos contraría un poco, lo que el Señor nos pide y nos supone esfuerzo porque humanamente nos gustaría hacer otra cosa, en ese momento hay que recuperar, reconquistar la libertad, y no sentirnos obligados, sino hacer las cosas por amor”, expuso.

Isabel, registradora en Zaragoza y madre de familia le hizo partícipe de su preocupación por la formación. El prelado la animó a aprovechar la lectura espiritual y a invertir en su formación espiritual, que consideró “la base de todo lo demás”, y que consiste en la identificación con Jesucristo mediante la oración y la vida eucarística.

Ante las preguntas de Juan Luis, profesional del marketing, o de Fernando, padre y abuelo de Montearagón y Sansueña, el prelado se refirió a la esperanza y recordó a san Josemaría, cuando señalaba que nada se pierde si lo hacemos con rectitud de intención.

Mons. Ocáriz señaló que el Papa Francisco tiene una gran esperanza en que el Opus Dei se dedique especialmente “a las periferias que son las inmensas clases medias de la sociedad, que es la mayoría de la gente”, y animó a los presentes a no desalentarse nunca.