13 de agosto
Asunción recibió al prelado con un clima inusualmente fresco y en medio de una explosión de lapachos florecidos, los árboles que dan a la ciudad su fisonomía tan característica.
En la sala de recepciones del aeropuerto le esperaban varias familias, con niños yendo y viniendo. Ricardo, por ejemplo, saludó al prelado larga y efusivamente en guaraní, el idioma oficial del país, junto con el castellano; la familia Tapia le mostró un simpático cartel dándole la bienvenida; los González, los Portillo, los Prieto, y los Colmán le ofrecieron flores y pequeños obsequios, mientras los niños jugaban con globos de colores. La atmósfera, llena de cariño, era de serenidad y alegría.
Pocos minutos después, Mons. Fernando Ocáriz llegó a La Cumbrera, la casa de retiros y actividades de formación que lo alojará en estos días. Saludó a un grupo de mujeres que lo estaban esperando. Le recibieron con un fuerte aplauso y con el típico saludo local “Mbaéichapa Padre” —¡Cómo está, Padre!—. Además, entonaron a viva voz la canción “Le damos la bienvenida”.